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Nicolás Maduro ha cambiado de opinión este miércoles. En vez de eliminar tres ceros al bolívar ha decidido que sean cinco menos para que, al entrar en vigencia el próximo 20 de agosto, no luzca tan devaluado. Su anuncio obedece a un programa de recuperación financiera diseñado por sus asesores y gabinete ejecutivo.

El billete de más alto valor será el de 500 bolívares (50.000.000 de los actuales). Es de color marrón y tiene la imagen de Simón Bolívar diseñada por el oficialismo en 2012 y criticada por la oposición radical por su ligero parecido con el expresidente Hugo Chávez. El equivalente de ese monto es de 14,7 dólares, pero ante la volatilidad del mercado negro de divisas y de la hiperinflación su destino es la devaluación antes de que circule en un mes.

El bolívar soberano –bautizado así por el oficialismo– estará anclado en el petro, la criptomoneda creada en marzo por Maduro. El economista Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, ha opinado que esa decisión es una entelequia porque el respaldo de una moneda está en la confianza. “Eliminar los ceros del bolívar es una medida cosmética, orientada a reducir el orden de magnitud. Pero no es una resolución de la hiperinflación. Lo del anclaje amerita una disciplina fiscal y monetaria que no tiene este Gobierno”, indica a El País.

El nuevo plan socialista está acompañado de un proyecto de ley de ilícitos cambiarios que asoma una posible flexibilización del control de divisas impuesto desde 2003. Maduro ha ordenado que se apruebe esta propuesta en la chavista Asamblea Nacional Constituyente, presidida por Diosdado Cabello, para que adquiera rango legal.

Su estrategia se retracta de la exclusión del dólar y del euro para hacer transacciones financieras en el mercado internacional. Así se desdice del plan que había trazado en septiembre de 2017 para liberarse de la hegemonía de estas monedas. El mandatario apuesta a captar inversiones con la firma de un decreto que exonera de impuestos y desgravámenes a las importaciones de bienes, capitales, materia prima, insumos, maquinarias y repuestos al país. Oliveros duda que las medidas ayuden a paliar la crisis. “Para salir de una hiperinflación se amerita un programa económico amplio, pues se trata de restablecer los equilibrios económicos de un país. La hiperinflación se genera por un profundo desequilibrio fiscal y también monetario. Y en las medidas que anunció Maduro no hay nada de esto. El otro factor clave es que tienes que tener mucha credibilidad. Y de eso también carece el Gobierno”.

El programa financiero no es visto como un rescate por sus adversarios, sino como un maquillaje que empeorará a la ya golpeada economía. Se trata de una crisis con pronósticos devastadores. El lunes, el Fondo Monetario Internacional ha proyectado una inflación de 1.000.000% y una caída de 18% de su Producto Interno Bruto al cierre de este año para Venezuela.

El fracaso de un modelo

Maduro afirma que ha fallado en el desarrollo de las “fuerzas productivas” y en la dependencia de un modelo rentista, pero a la vez promete fortalecer la entrega mensual de alimentos subvencionados CLAP (Comité Local de Abastecimiento y Producción) a cambio de apoyo a su gestión, el carnet de la Patria y bonificaciones denunciadas por opositores por conformar un mecanismo de control político. “Estamos en una contradicción del viejo modelo capitalista que se apodera de las empresas públicas y privadas y un falso no nacido modelo productivo estatista que pretende ser socialista y no lo ha sido ni lo es”, dice.

Su rectificación ha llegado en un momento de tensión en el chavismo producto de críticas a su modelo económico. Rodrigo Cabezas, exministro de Finanzas en el gobierno de Hugo Chávez, ha desacreditado la estrafalaria gestión de Maduro. “La hiperinflación es devastadora con relación a la inversión, a los salarios y al consumo, sus consecuencias en la desnutrición, en la caída de la recaudación tributaria y en el desplome del 60 por ciento del salario real”, ha advertido el miércoles en una entrevista de radio.

El economista asegura que el sucesor de Chávez ha prohibido a su gabinete admitir que existe una hiperinflación. Pero el desastre es inocultable y hasta aceptado por sus aliados. Freddy Bernal, coordinador del programa CLAP, ha admitido que hasta han perdido gobernabilidad.

Con información de ElPais

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