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La historia de Olivia y Carter Ries, dos adolescentes estadounidenses que no tienen ni la mayoría de edad y ya acumulan 10 años de trayectoria como conservacionistas, es inspiradora para todo aquél que la conozca.

La salud de los océanos depende de la participación activa de todos nosotros.

Su organización Una Generación más (OMG – One More Generation) pretende lo que su nombre dice: que nuestras especies perduren para que puedan conocerlas los que aún no nacen.

Aunque las futuras generaciones son una buena motivación para conservar a los animales, en el caso de los océanos, existe una razón aún más de peso. Si no cuidamos la vida marina, la terrestre tampoco sobrevivirá y en esa ecuación estamos incluidos.

De los océanos extraemos alimento, pero no todo es sostenible, lo que significa que no estamos garantizando que ese recurso pueda renovarse y sí que pueda acabarse. El tráfico ilegal de especies es una amenaza para los ecosistemas marinos.

Motivados por factores económicos, quienes se dedican a esta práctica minimizan las consecuencias a largo y, desgraciadamente, cada vez más a corto plazo, de extraer y asesinar a estos animales. Detenerlos no es una tarea sencilla, pues implica enfrentar a un crimen organizado internacional con muchos intereses.

Sin embargo, no es la única opción. El tráfico ilegal de especies también tiene que ver con la demanda, con los consumidores finales, con todos nosotros. Alejados o no de los mares, ajenos a cualquier conducta delictiva, podemos tomar acción en favor de los océanos.

¿Cuántas veces nos hemos preguntado si el pescado que consumimos proviene de la pesca sostenible? ¿Cuántas nos hemos opuesto a comer algún platillo por tratarse de una especie en extinción? ¿Qué hemos hecho cuando sabemos que ese animal tan increíble no debería de estar en cautiverio?

Se trata de involucrarnos con los océanos, lo que pasa dentro y fuera de ellos. Asumir conciencia respecto a lo que consumimos, pues no está mal si proviene del mar, siempre y cuando, la manera en la que se extraiga no impacte a la especie ni al ecosistema.

Negar una compra o rechazar un platillo por desconocer su origen es una pequeña acción que sumada con la de todos, puede disminuir la demanda y con ello frenar el tráfico ilegal de especies.

El Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha combatido el tráfico ilegal de especies no sólo garantizando el cumplimiento de la ley, sino modificándola para que sea más rigurosa.

La salud de los océanos depende de la participación activa de todos nosotros. Nuestros hijos y sus hijos merecen disfrutar de sus bondades.

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