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Un nuevo estudio muestra que la microbiota o flora intestinal posee la capacidad de influir en cómo las células reaccionan ante la insulina, y que por tanto puede contribuir a la diabetes tipo 2. Lo hallado demuestra la existencia de un mecanismo patológico que hasta ahora era desconocido.

En años recientes, numerosas investigaciones han relacionado la microbiota intestinal con el nivel de salud. Sin embargo, solo unos pocos estudios han indagado sobre la posibilidad de que una microbiota intestinal alterada pueda provocar directamente el desarrollo de enfermedades.

El equipo de Fredrik Bäckhed, de la Academia Sahlgrenska (la facultad de ciencias de la salud de la Universidad de Gotemburgo en Suecia), ha determinado que la microbiota intestinal de las personas en tratamiento para la diabetes tipo 2 puede estar vinculada, en algunos casos, a un metabolismo diferente del aminoácido histidina, que se obtiene principalmente de la dieta.

Esto a su vez lleva a la formación de un compuesto de imidazol, el cual entorpece la capacidad de las células para responder a la insulina. Reducir la cantidad que de este compuesto producen las bacterias intestinales podría por tanto ser una nueva manera de tratar a pacientes con diabetes tipo 2.

La citada sustancia no causa todas las diabetes tipo 2, pero la hipótesis de trabajo seguida por Bäckhed y sus colegas es que existen subpoblaciones de pacientes que podrían beneficiarse de cambiar su dieta o alterar su microbiota intestinal para reducir los niveles de producción bacteriana de ese compuesto.

Los resultados de la nueva investigación muestran claramente lo importante que resulta para la regulación de nuestro metabolismo la interacción entre la microbiota intestinal y la dieta, tanto si estamos sanos como si sufrimos alguna enfermedad. Los resultados también muestran que las bacterias intestinales de diferentes individuos pueden llevar a la producción de sustancias completamente diferentes que podrían tener efectos muy específicos en el cuerpo, tal como enfatiza Bäckhed.

Fuente: noticiasdelaciencia.com

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