Brotan, en Cajeme, las pasiones políticas.- Esta lucha ciega, reeditada cada tres años, tiene especial dimensión al interior del PRI.- “Es el mejor, porque lo digo yo”, se convierte en consigna de grupos.- Hay otros partidos, y ahora están los independientes
Bernardo Elenes Habas
Brotan, en Cajeme, las pasiones políticas. Las ambiciones de poder.
Pero esta lucha ciega, reeditada cada tres años, hierve y genera vapor que busca válvulas de escape, con especial dimensión y voluntarismo al interior del Partido Revolucionario Institucional.
Quizás esto sucede en el tricolor porque entre esas siglas y su historia, están los referentes señeros de la forma en que sus militantes más encumbrados se han negado a evolucionar, a dar pasos definitivos hacia nuevas actitudes que lleven implícita la civilidad, entendida ésta no como conformismo o sumisión; sino alentando la conjugación de
Desde hace años -1958 con el Movimiento Contrerista, quizás la etapa más representativa de las ambiciones de grupos por ejercer el poder público como si les perteneciera-, en Cajeme se viene repitiendo la misma historia, marcada por cofradías que giran en torno a su fortaleza económica, obsesionadas en poner y quitar candidatos, considerando ese ejercicio absurdo y caprichoso, en ley inédita que les pertenece.
Pero lo más grave, es que las cabezas de grupos se erigen, autoritariamente, en conciencia colectiva, hablan y definen por las grandes mayorías de electores, avalando la calidad, capacidad y garantía de servicio y honestidad de quien ellos proponen como abanderados. Es decir, prácticamente decretan: es el mejor, porque lo digo yo.
Algunos elementos trqzados por la historia de hace 60 años, son parecidos a los de ahora, sobre todo en el enfrentamiento de grupos. Sólo que en esta edición 2018, no hay un Rafael Contreras Monteón, que arrastre multitudes.
Además, prevalece la existencia de otros partidos que tendrán sus candidatos, aunado a la vía novedosa de los independientes; institutos que si no aceptan contaminarse con el oportunismo de aspirantes fallidos en sus siglas de origen, deberán cerrar las puertas a odios enfermizos y con ello al sentido de libre mercado que pretende darse a la política, para darle la alternativa histórica a la ciudadanía libre que, sin duda, sabrá elegir y diferenciar su voto.
Le saludo, lector.