¿Ricardo Anaya es confiable?.- Si fue incapaz de pronunciarse como dirigente nacional del PAN a favor de los sonorenses, contra los actos de rapiña de Guillermo Padrés, ¿cómo creerle que meterá a la cárcel a Enrique Peña Nieto, y que sería un buen presidente?
Bernardo Elenes Habas
Hoy, llega a Hermosillo el candidato a la presidencia de la República postulado Por México al Frente, Ricardo
Viene a enfrentar -aunque él quizás no lo quería- su realidad, en una entidad a la que le sangra aún la herida que le abrió en el pecho con sus actos de rapiña el gobierno azul de Guillermo Padrés Elías, de quien no se atrevió a deslindarse siendo líder nacional del PAN.
Asiste a presidir un acto en un espacio cerrado que estará sometido a estrictas medidas de control, porque su equipo logístico sopesa que algún cuestionamiento inesperado, cualquier grito discordante, se multiplicaría en el relámpago de la comunicación y de las redes sociales, principalmente.
Acude a tratar de convencer exclusivamente a los panistas, perredistas y emecistas de Sonora, a que le otorguen su voto,
No hay certeza ni confianza entre la ciudadanía libre de Sonora (la que no está sometida a siglas, colores y credenciales), en alguien que ha cimentado su carrera política sobre sofismas, manejando una retórica deslumbrante pero falsa
Quizás, en algún momento de su discurrir como candidato, llegó a capturar la atención de los sonorenses, cuando con ademán enérgico y voz precisa, dijo que metería a la cárcel al presidente Enrique Peña Nieto, de comprobarse en su ejercicio público actos de corrupción.
Pero, la misma ciudadanía cerró esa ventana de credibilidad, al plantearse una analogía simple:
-¿Cómo creerle a Ricardo Anaya, si no fue capaz de asumir una posición histórica siendo líder nacional del panismo, ante el caso de Guillermo Padrés y su rapacidad al frente de un gobierno surgido del PAN, colocándose al lado de los sonorenses y exigiendo justicia para ellos?
Menos sería admisible su grito amenazante de llevar a prisión a Peña Nieto, porque para los habitantes recios, nobles y
Aducen, pues, muchos ciudadanos que no se deslumbran fácilmente, que “quien es incapaz de poner orden en su propio hogar o partido, jamás podría actuar para bien de la casa común llamada Patria”.
Como solía argumentar Luciano, mi amigo filósofo yoreme: el irresponsable, pierde autoridad.
Le saludo, lector.