Marie Sklodowska Curie, nacida el 7 de noviembre de 1867 en Varsovia, Polonia, fue una de las científicas más influyentes de la historia, aunque su camino hacia el éxito estuvo marcado por innumerables obstáculos, principalmente por su condición de mujer en una época dominada por hombres. Desde su juventud, Marie mostró una curiosidad insaciable por la ciencia, pero fue rechazada de muchas oportunidades académicas simplemente por su género.
Tras superar muchas barreras, Curie se trasladó a París, donde fue admitida en la Universidad de la Sorbona. Allí estudió física y matemáticas, destacando entre sus compañeros. En 1894 conoció a Pierre Curie, también científico, con quien se casó y compartió su pasión por la investigación.
A pesar de su brillantez, Marie enfrentó discriminación en la comunidad científica. Sin embargo, en 1903, junto a su esposo Pierre y Henri Becquerel, fue galardonada con el Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre la radiactividad. Este fue un hito, ya que se convirtió en la primera mujer en recibir un Nobel, pero incluso así, continuó siendo ignorada por muchas instituciones académicas.
En 1911, Marie ganó su segundo Premio Nobel, esta vez en Química, por sus descubrimientos de los elementos radio y polonio, siendo la primera persona en la historia en ganar dos premios Nobel en diferentes campos. A pesar de esto, la discriminación y los prejuicios nunca desaparecieron del todo durante su carrera.
Marie Curie no solo rompió barreras en el ámbito científico, sino que también inspiró a generaciones de mujeres a perseguir sus sueños en áreas dominadas por hombres. Su legado permanece vivo en cada avance científico relacionado con la radiactividad y en la lucha por la igualdad de género en la ciencia.