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Ciudad Obregón y Hermosillo víctimas del Cobalto-60 con varilla radiactiva

El oscuro legado de la varilla radiactiva: Ciudad Obregón y Hermosillo también fueron víctimas del Cobalto-60

Hace más de cuatro décadas, un silencioso enemigo se infiltró en cientos de hogares y negocios en Sonora: la radiación. Hoy, muchos siguen preguntándose cuántas vidas cambió para siempre.

Aunque la historia parece sacada de una novela de ciencia ficción, ocurrió aquí, en nuestras calles, en nuestras casas y negocios. A principios de los años 80, toneladas de varilla contaminada con cobalto-60 llegaron a Sonora y se usaron en la construcción de viviendas, edificios y bardas. Los rastros de esa tragedia todavía perduran en la memoria colectiva de muchas familias, particularmente en zonas específicas de Ciudad Obregón y Hermosillo.

Varilla contaminada en el corazón de Ciudad Obregón

Vecinos de Ciudad Obregón aún recuerdan lo que entonces fue solo un rumor, pero que con el tiempo adquirió peso: casas y locales en la cuadra delimitada por las calles Allende, California, Nuevo León y Náinari fueron construidos con varilla contaminada, lugar que por muchos años estuvo baldío y que algunos recuerdan sólo se veían materiales tirados en una parte del terreno que después fue cercado. Se hablaba de fuertes dolores de cabeza constantes en los residentes, y hay testimonios que señalan un número atípico de casos de cáncer atribuidos a estas estructuras.

Otro de los casos más recordados es el de un edificio que quedó a medio construir en la calle 5 de Febrero, entre Allende y Náinari. Aunque nunca se confirmó oficialmente, muchos ciudadanos aseguraban que se trataba de una construcción afectada por el acero radiactivo.

Hermosillo: el caso de una familia que lucha contra la radiación y el olvido

En Hermosillo, el caso de la familia Ríos Fimbres representa uno de los episodios más alarmantes y persistentes de afectaciones por materiales radioactivos en México. Tras adquirir su vivienda en noviembre de 2002 en el fraccionamiento Altares – Franciscanos II, comenzaron a experimentar síntomas físicos severos en todos los integrantes de la familia apenas meses después de habitarla. Agotamiento extremo, migrañas, hemorragias, parálisis parcial, pérdida de cabello y trastornos neurológicos fueron algunos de los padecimientos iniciales.

Motivados por la gravedad de los síntomas, realizaron por su cuenta diversos análisis clínicos y estudios ambientales con apoyo de instituciones como la Universidad de Sonora, la Universidad de Arizona, la UNAM y la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear. Los resultados fueron contundentes: su hogar estaba contaminado con metales altamente radioactivos como Cobalto-60, Uranio, Torio, Tántalo y Bismuto, todos con riesgo comprobado para la salud humana.

Más de 15 años de lucha han transcurrido desde entonces, tiempo en el que la familia ha enfrentado una cadena de enfermedades graves, incluyendo cánceres de tiroides, tumores cerebrales, afecciones neuroconductuales, deterioro óseo y trastornos autoinmunes, tanto en los padres como en sus hijos. La denuncia principal de los afectados apunta a dos factores clave: la cercanía de su vivienda al confinamiento de residuos peligrosos CYTRAR, cuyas partículas radioactivas habrían contaminado su entorno, y la utilización de varilla contaminada con Cobalto-60 en la construcción del fraccionamiento donde vivían.

La familia sostiene que hubo negligencia y corrupción por parte de autoridades estatales y municipales, así como de las constructoras involucradas, al permitir el uso de materiales de baja calidad y procedencia dudosa. Las muestras de suelo y agua realizadas en su vivienda y alrededores revelaron la presencia de 51 metales o elementos contaminantes, de los cuales al menos tres resultaron 100% radioactivos y nocivos para la salud.

Durante todo este tiempo, cuatro administraciones estatales y tres federales han ignorado su caso. A pesar de ello, la familia Ríos Fimbres continúa exigiendo justicia, visibilización y reparación del daño. En palabras de su comunicado, “no nos detendremos, habrá cansancio, habrá momentos de gran desesperación y tristeza… pero nunca nos rendiremos, hasta encontrar la justicia que nos merecemos por rescatar nuestra hermosa calidad de vida”.

El origen: una bomba de tiempo en Ciudad Juárez

Todo comenzó en 1983, cuando una unidad de radioterapia con cobalto-60 fue desmantelada en un hospital privado de Ciudad Juárez, Chihuahua. El equipo, que había sido importado sin los permisos correspondientes y almacenado por años sin uso, fue vendido como chatarra. El material altamente radiactivo terminó en un depósito conocido como Yonke Fénix. Ahí, sin saberlo, fue fundido junto con otros metales y transformado en más de seis mil toneladas de varilla y bases metálicas para muebles, muchas de las cuales llegaron a 17 estados del país y a ciudades del sur de Estados Unidos.

Sonora: foco de contaminación

En Sonora, las autoridades detectaron al menos 434 toneladas de varilla contaminada, dispersas en distintos municipios, siendo Hermosillo y Ciudad Obregón dos de los más afectados. Se llevaron a cabo operativos para demoler bardas y viviendas construidas con ese material, y muchas familias se vieron forzadas a abandonar sus casas.

Los trabajos de remoción no fueron fáciles ni rápidos. Según reportes, incluso años después del incidente, seguían encontrándose estructuras construidas con varilla radiactiva. Muchas de estas edificaciones no podían ser salvadas, y fueron derribadas como medida de prevención.

¿Qué es el cobalto-60 y por qué es tan peligroso?

El cobalto-60 es un isótopo radiactivo usado comúnmente en tratamientos médicos de radioterapia y en equipos industriales. Al emitir radiación gamma, puede destruir células vivas, lo cual es útil para tratar tumores, pero devastador si se dispersa sin control. La exposición prolongada puede causar náuseas, daño genético, cáncer, y en niveles altos, la muerte.

Lo alarmante del caso de la varilla es que este material quedó incrustado en paredes, columnas y techos, irradiando a quienes habitaban esos espacios sin que ellos lo supieran.

¿Cuántos fueron afectados?

Se estima que más de cuatro mil personas estuvieron expuestas directamente a los efectos de la radiación, pero la cifra real podría ser mucho mayor. En total, se demolieron más de 800 edificaciones en todo el país y se recuperaron más de 2 mil toneladas de varilla contaminada. Aun así, mil toneladas nunca fueron localizadas.

Hoy, aunque los años han pasado, el recuerdo permanece. Las secuelas de salud en muchas personas siguen siendo tema de conversación entre vecinos, y la historia sirve como advertencia sobre el manejo de materiales peligrosos y la importancia de la regulación y vigilancia sanitaria.


Este episodio, poco difundido en los libros de historia, sigue siendo uno de los peores incidentes de contaminación radiactiva en América Latina. En Sonora, hay quienes no han olvidado… y otros que aún siguen viviendo entre ruinas que no se atrevieron a reconstruir.

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