
Aunque Marte es conocido como el “planeta rojo” por su característico suelo cubierto de óxido de hierro, sus atardeceres ofrecen una visión sorprendentemente distinta: un cielo teñido de azul. Este fenómeno, captado por primera vez en 1976 por el módulo Viking 1 de la NASA, ha sido documentado desde entonces por distintos robots exploradores que han enviado imágenes desde la superficie marciana.

A diferencia de los atardeceres en la Tierra, donde los colores cálidos dominan el horizonte, los crepúsculos marcianos presentan un tono azulado en las proximidades del Sol. Según explicó Mark Lemmon, científico planetario de la Universidad Texas A&M y parte del equipo del rover Curiosity, esto se debe a que el polvo fino en la atmósfera de Marte dispersa la luz azul de forma más eficiente y la mantiene concentrada cerca del disco solar, mientras que la luz roja y amarilla se dispersa ampliamente por el cielo.
Este fenómeno óptico ha permitido a la ciencia anticipar cómo podrían ser las experiencias visuales para futuros astronautas en Marte, quienes tras una jornada de exploración podrían presenciar una puesta de Sol muy distinta a la terrestre, dominada por un resplandor azul tenue entre paisajes oxidados.
Las imágenes, muchas de ellas con corrección de color, no sólo tienen valor estético, sino también científico, ya que ayudan a comprender mejor la composición atmosférica del planeta y sus efectos sobre la luz. Una muestra más de que, incluso en un entorno tan árido, Marte continúa ofreciendo sorpresas visuales que alimentan la curiosidad humana.