Este fin de semana, el cielo de Nueva Jersey fue escenario de una serie de incidentes aéreos que activaron protocolos de seguridad nacional. Cinco aeronaves civiles fueron interceptadas por jets de combate tras ingresar sin autorización a una zona de exclusión aérea en las inmediaciones de Bedminster, donde se ubica una de las propiedades del expresidente Donald Trump.
La más reciente intercepción ocurrió al mediodía del domingo 3 de agosto, cuando un avión privado incursionó en el área restringida. En respuesta, dos cazas del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD) se desplegaron para escoltarlo fuera del espacio prohibido. Para advertir al piloto, las aeronaves militares utilizaron bengalas de señalización, visibles incluso para la población cercana.
Aunque estas bengalas pueden parecer alarmantes, el NORAD aclaró que se disipan con rapidez y no representan un riesgo para la ciudadanía.
Este tipo de restricciones no son nuevas, especialmente en zonas asociadas a figuras clave de la política estadounidense. Sin embargo, las violaciones al espacio aéreo cerca de propiedades de Trump han incrementado en frecuencia, generando preocupación entre las autoridades.
Ante los hechos, el gobierno estadounidense hizo un llamado enérgico a la comunidad de aviadores civiles para que revisen cuidadosamente sus rutas de vuelo y respeten las zonas de exclusión. “No basta con preparar el despegue, hay que estudiar el entorno y cumplir con la normativa”, advirtieron portavoces oficiales.
Los episodios recientes refuerzan la vigilancia continua en áreas sensibles y dejan claro que cualquier incursión no autorizada será atendida con firmeza.