Aunque muchas personas recurren al café para “recargar pilas” durante la jornada, su efecto estimulante no está relacionado con la generación de energía, sino con un truco químico que engaña al cerebro, advierte la divulgadora científica y biomédica Sandra Ortonobes, conocida como La Hiperactina.
De acuerdo con la experta, el cuerpo produce una molécula llamada adenosina a lo largo del día, cuya acumulación actúa como señal de fatiga y somnolencia. Sin embargo, cuando ingerimos cafeína, esta ocupa los mismos receptores cerebrales que la adenosina, impidiendo que el organismo registre correctamente la sensación de cansancio.
“El agotamiento sigue presente, solo se tapa la señal de alarma”, explica Ortonobes. En consecuencia, la persona se siente más despierta y concentrada, aunque su cuerpo no haya recuperado energía real.
El Consejo Europeo de Información sobre Alimentación (EUFIC) complementa esta explicación señalando que la cafeína bloquea los receptores de adenosina, lo que activa las neuronas y favorece la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina. Este efecto genera mayor estado de alerta, pero no sustituye la necesidad fisiológica de descanso.
En resumen, el café no proporciona energía como tal, sino que oculta temporalmente el cansancio, por lo que su consumo no reemplaza el sueño ni la recuperación adecuada del organismo.