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Ciudad de México, 25 de agosto de 2025 — La película Interestelar maravilló al público con la idea de un planeta en el que el tiempo transcurre de manera radicalmente distinta: una hora en su superficie equivale a siete años en la Tierra. Este mundo, conocido entre los fanáticos como el “planeta de Miller”, planteó una pregunta que aún hoy despierta curiosidad: ¿podría existir un planeta así en la realidad científica?

La teoría detrás del tiempo dilatado

La explicación se basa en un fenómeno real de la física: la dilatación del tiempo prevista por la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Según esta, el tiempo no transcurre igual en todos los lugares; puede ralentizarse en entornos con gravedad extrema o cuando un objeto se mueve a velocidades cercanas a la luz.

En la película, el planeta orbitaba alrededor de un agujero negro supermasivo llamado Gargantúa. La colosal fuerza gravitatoria de este objeto deformaba el espacio-tiempo al extremo, lo que explicaba que, para los astronautas en la superficie, una hora pasara como un suspiro, mientras que fuera de esa órbita transcurrían siete años.

¿Es científicamente posible?

Astrofísicos coinciden en que, aunque un planeta así podría existir en teoría, las condiciones serían casi imposibles para la vida. Estar tan cerca de un agujero negro supermasivo significaría:

  • Radiación intensa que haría difícil cualquier forma de vida conocida.
  • Mareas gravitacionales que podrían desintegrar al planeta si no estuviera en una órbita muy precisa.
  • Ambientes extremos, como enormes olas, producto de esas fuerzas gravitacionales, tal como muestra la película.

Sin embargo, desde el punto de vista físico, no hay contradicción en que el tiempo se dilate de manera tan dramática en esas condiciones. Ya se ha comprobado a pequeña escala: astronautas en la Estación Espacial Internacional han vivido milésimas de segundo menos que las personas en la Tierra debido a la combinación de gravedad y velocidad.

La frontera entre ciencia y ficción

Interestelar se apoyó en asesoría científica real, especialmente del físico teórico Kip Thorne, ganador del Premio Nobel en 2017 por su trabajo en ondas gravitacionales. Thorne diseñó la representación del agujero negro y los efectos del tiempo en el planeta con base en cálculos reales, lo que hace que, aunque fantástico, el concepto tenga raíces en la ciencia.

¿Un planeta así podría ser descubierto?

Con los telescopios actuales es imposible confirmar la existencia de un “planeta de Miller”, pero en el futuro, con nuevas generaciones de observatorios espaciales, podríamos encontrar mundos orbitando agujeros negros que nos permitan comprobar hasta dónde llega la relatividad.