
Ciudad del Vaticano. — Este domingo 7 de septiembre de 2025 quedará grabado en la historia de la Iglesia Católica: Carlo Acutis, un adolescente italiano fallecido en 2006, fue proclamado santo por el papa León XIV en la primera ceremonia de canonización de su pontificado. Con ello, la Iglesia reconoce oficialmente la vida y legado de quien ha sido llamado el primer santo millennial.
Carlo Acutis nació en Londres en 1991 y creció en Milán. Desde pequeño mostró un profundo amor por la Eucaristía y la Virgen María. A la par, desarrolló una habilidad extraordinaria para la informática, la cual utilizó no para distraerse, sino para compartir su fe. Creó páginas web y proyectos digitales dedicados a difundir milagros eucarísticos en todo el mundo, ganándose el apodo de “influencer de Dios”.
A los 15 años, una leucemia fulminante terminó con su vida en octubre de 2006. Su testimonio, sin embargo, no se apagó. Con el paso de los años, fieles de diversas partes del mundo comenzaron a pedir su intercesión, y el Vaticano reconoció oficialmente dos milagros atribuidos a él: la curación de un niño en Brasil con una rara enfermedad pancreática y la sanación de una joven en Italia que sufría una grave afección cerebral.
Una canonización histórica
La ceremonia, presidida en la Plaza de San Pedro, no solo celebró la santidad de Acutis, sino también la de Pier Giorgio Frassati, otro joven italiano que dedicó su vida al servicio y murió a los 24 años. El papa León XIV, en su homilía, subrayó el ejemplo de ambos como modelos de fe para las nuevas generaciones:
“El mayor riesgo de la vida es vivirla lejos de Dios. Carlo y Pier Giorgio nos enseñan que la verdadera felicidad está en poner nuestros talentos al servicio del bien”, señaló el pontífice.
Con esta canonización, la Iglesia propone a Carlo como referente para los jóvenes del siglo XXI: alguien que supo integrar la espiritualidad con la tecnología, mostrando que la fe también puede brillar en la era digital.
Inspiración para los jóvenes
El testimonio de Carlo Acutis sigue inspirando a miles de personas en el mundo. Su vida demuestra que la santidad no está reservada para héroes inalcanzables, sino que se construye con gestos cotidianos, con amor sincero y con la decisión de no desperdiciar la existencia.
Su canonización se convierte, más que en un acto ceremonial, en una invitación: a los jóvenes, a vivir con propósito; a las familias, a cultivar la fe en lo cotidiano; y a la Iglesia, a seguir caminando con esperanza en tiempos desafiantes.
Carlo, el adolescente que convirtió su computadora en un instrumento de evangelización, es ahora oficialmente santo. Y su mensaje, sencillo pero poderoso, sigue resonando: “La Eucaristía es mi autopista hacia el cielo”.
