
Nueva York, EEUU. Durante más de un año, la ciudad que nunca duerme vivió noches de terror absoluto. Un asesino misterioso disparaba contra parejas jóvenes en autos o en las calles. Dejaba tras de sí cuerpos ensangrentados y mensajes desafiantes a la policía y a la prensa. Su nombre verdadero era David Berkowitz, pero el mundo lo conocería como el “Hijo de Sam”.
Una ciudad bajo asedio
El modus operandi era simple y aterrador: se acercaba a sus víctimas con una pistola calibre .44 y disparaba a quemarropa. Sus ataques parecían aleatorios, lo que hizo que millones de neoyorquinos vivieran con miedo. En total, asesinó a seis personas e hirió a siete más.
Las cartas del demonio
Lo que aumentó la histeria colectiva fueron las cartas que Berkowitz enviaba a los periódicos y a la policía, firmando como “Son of Sam”. En ellas decía obedecer a una voz demoníaca proveniente del perro de su vecino, un mensaje tan absurdo como perturbador. Cada carta desataba titulares y reforzaba el aura de un asesino que parecía inalcanzable.
La caída del “Hijo de Sam”
En agosto de 1977, gracias a una multa de estacionamiento cerca de un lugar de ataque, la policía logró rastrear y capturar a Berkowitz. Durante su arresto, simplemente dijo: “Bueno, ya me atraparon”. Fue condenado a cadena perpetua por sus crímenes.
La sombra que quedó
David Berkowitz sigue vivo, cumpliendo condena en prisión. Con los años se ha declarado convertido al cristianismo y asegura arrepentirse, pero para Nueva York nunca dejó de ser el rostro de una época de miedo, cuando el simple hecho de salir de noche podía significar la muerte.
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