París, 1981. La historia de Issei Sagawa es una de las más perturbadoras del siglo XX. Estudiante japonés en Francia, su crimen horrorizó al mundo: asesinó a una compañera de estudios y luego la devoró. Pero lo más aterrador es que, pese a la brutalidad del caso, nunca pasó el resto de su vida en prisión.
El crimen en París
El 11 de junio de 1981, Sagawa invitó a su departamento a Renée Hartevelt, una joven neerlandesa con quien estudiaba literatura. Mientras ella leía poesía, él le disparó por la espalda. Posteriormente, cometió actos de canibalismo con su cuerpo durante varios días.
El arresto
Sagawa fue descubierto cuando intentaba deshacerse de los restos en una maleta, abandonada en un lago de las afueras de París. Arrestado de inmediato, confesó sin mostrar arrepentimiento, asegurando que lo había hecho porque la consideraba “hermosa” y quería absorber su energía.
Un destino inesperado
Aunque fue declarado legalmente “no apto para ser juzgado” en Francia por razones de salud mental, Sagawa fue deportado a Japón. Allí, en un giro escalofriante, quedó en libertad al poco tiempo por tecnicismos legales.
El caníbal convertido en celebridad
De regreso en Japón, Sagawa se convirtió en una figura mediática: escribió libros, apareció en entrevistas y hasta participó en programas de televisión. Nunca fue encarcelado nuevamente por su crimen. Murió en 2022, pero su caso sigue siendo recordado como un ejemplo macabro de impunidad.
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