Japón, finales de los años 80. Entre 1988 y 1989, una serie de crímenes horrorizó a todo el país. El responsable fue Tsutomu Miyazaki, apodado por la prensa como el “asesino otaku” por su obsesión con el manga, el anime y las películas violentas. Sus víctimas: cuatro niñas de entre 4 y 7 años.
El perfil del monstruo
Miyazaki era un joven retraído, con deformidades físicas en las manos que lo hicieron objeto de burlas desde niño. Su aislamiento lo llevó a refugiarse en la ficción, acumulando miles de cintas de anime, terror y pornografía infantil.
Los crímenes
Entre 1988 y 1989 secuestró y asesinó a cuatro niñas. Sus crímenes incluyeron actos de necrofilia y canibalismo, lo que horrorizó aún más a la opinión pública. Lo más perturbador fue que enviaba cartas macabras a las familias de sus víctimas, acompañadas de cenizas y huesos.
La captura
Fue detenido en 1989 tras intentar raptar a otra niña. En su casa se encontraron más de 5,000 cintas de video, entre ellas grabaciones de sus crímenes. Las imágenes confirmaron que el asesino era alguien profundamente trastornado y obsesionado con la violencia.
El juicio y la condena
Su caso sacudió a Japón, donde el término “otaku” comenzó a ser asociado con lo oscuro y peligroso. En 1997 fue condenado a muerte y finalmente ejecutado en 2008.
El eco de su historia
El caso de Miyazaki dejó una huella imborrable en la sociedad japonesa, donde aún se debate cómo alguien pudo esconder tanto horror detrás de una vida aparentemente ordinaria.
Encuentra la siguiente historia el día de mañana a las 7:00 P.M. Todos los días estaremos compartiendo hasta el día 31 de octubre, historias de terror.























































