Newcastle, Inglaterra, 1968. Tenía apenas 11 años cuando Mary Bell se convirtió en protagonista de uno de los crímenes más inquietantes del Reino Unido: el asesinato de dos niños pequeños a quienes atrajo con el pretexto de jugar.
Una infancia marcada por el horror
Mary creció en un ambiente hostil, con una madre abusiva y problemas de abandono. Desde muy joven mostró comportamientos violentos con animales y compañeros, señales que nadie atendió a tiempo.
Los crímenes
En mayo de 1968, Mary estranguló a un niño de 4 años llamado Martin Brown. Meses después, en julio, junto a una amiga de 13 años, asesinó a Brian Howe, de apenas 3 años. Al cuerpo de este último incluso le dejó señales macabras, como marcas con tijeras.
El juicio
Durante el juicio, la defensa alegó problemas psicológicos y emocionales graves. El jurado la declaró culpable de homicidio, pero al ser menor de edad fue condenada a un internamiento en una institución especial hasta cumplir la mayoría de edad.
Una vida bajo otro nombre
Mary Bell fue liberada en 1980 y recibió una nueva identidad para protegerla de la prensa. En 2003, se reveló que también se le concedió el mismo derecho de anonimato a su hija.
La sombra de la inocencia perdida
El caso de Mary Bell sigue siendo uno de los más perturbadores de la criminología: la imagen de una niña asesina, demasiado joven para comprender el peso real de sus actos, pero lo suficientemente consciente para dejar huella de terror en la historia.
Encuentra la siguiente historia el día de mañana a las 7:00 P.M. Todos los días estaremos compartiendo hasta el día 31 de octubre, historias de terror.
