Alemania, 1960s-1970s. Durante más de dos décadas, un hombre apacible en apariencia escondía uno de los secretos más oscuros de la historia criminal alemana. Se trataba de Joachim Kroll, apodado por la prensa como “El caníbal de Ruhr”.
Un depredador silencioso
Kroll parecía un hombre tímido y retraído, con un bajo nivel intelectual. Sin embargo, detrás de esa fachada se encontraba un asesino serial que atacaba principalmente a mujeres y niñas. Sus crímenes incluían violaciones, asesinatos y, en algunos casos, actos de canibalismo.
Los horrores en su apartamento
En 1976, la policía llegó a su casa tras investigar la desaparición de una niña. Lo que encontraron heló la sangre: restos humanos en el refrigerador y en ollas de la cocina. Kroll confesó que usaba la carne de sus víctimas para preparar estofados.
Años de terror
Se cree que Kroll cometió al menos 14 asesinatos entre 1955 y 1976, aunque él mismo dijo que podían ser más. Lo más perturbador es que muchos de los crímenes pudieron haberse evitado, ya que había sido detenido en ocasiones anteriores pero liberado por falta de pruebas.
El final del monstruo
Fue condenado a cadena perpetua en 1982 y murió en prisión en 1991. Su caso dejó al descubierto las fallas del sistema judicial de la época y se convirtió en uno de los ejemplos más escalofriantes de canibalismo en la historia moderna.
El eco del horror
Hoy, Joachim Kroll sigue siendo recordado como una figura monstruosa, un hombre que convirtió la rutina cotidiana en un acto de horror indescriptible.
Encuentra la siguiente historia el día de mañana a las 7:00 P.M. Todos los días estaremos compartiendo hasta el día 31 de octubre, historias de terror.

























































