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Pasó el júbilo de la XXII Asamblea Nacional.- Llegan, pues, los días crudos de la realidad.- El PRI ha recorrido varias etapas históricas en su transformación, desde el nacionalismo revolucionario, para entrar, ahora, a la de libre mercado

Bernardo Elenes Habas

Pasó el júbilo de la XXII Asamblea Nacional priísta. Llegan, ahora, los días crudos de la realidad.

No puede negarse, que con los cambios aprobados para los estatutos de dicho partido, se abren las alternativas que lo incluyen en el juego del libre mercado político, a través de la aceptación de candidaturas ciudadanas (por supuesto que no de cualquier persona), lo que podría generar una inédita pugna interna entre sus militantes nuevos, maduros, viejos.

Anteriormente a la citada reforma, la lucha entre los priístas con filiación, credencial, y por supuesto integrados a los grupos de poder, se concentraba cada tres, cada seis años, en el logro de candidaturas. Y no eran batallas superficiales, sino extremas, cargadas de odio. Sonora es claro ejemplo de ello, con el Contrerismo en Cajeme, 1958. El Faustinismo, 1967.

Hoy, con los cambios en los documentos básicos del Revolucionario Institucional “que nos abre a la sociedad y nos acerca a los ciudadanos a quienes nos debemos todo el tiempo”, como expresara, triunfal, el presidente Enrique Peña Nieto en el seno del cónclave, se vuelve evidente que las pugnas entre militantes, cofradías, y supuestos prohombres de la política tricolor, se agudizarán, y con nuevo agregado: los aspirantes ciudadanos.

Nadie, de los militantes que se erigen con derechos de antigüedad y de trabajo político, con sentido de pertenencia. Quienes han contribuido a escribir la historia (bien o mal) del PRI en sus comunidades, Estados y en el país, querrán entregar la plaza a aquellos que, sin llenarse los zapatos con el polvo del esfuerzo, lleguen a desplazarlos por decreto presidencial, siendo escogidos de la bolsa de valores de la política ciudadana, con perfiles que se acomoden a las conveniencias del momento, no a las exigencias de una formación ideológica congruente, y menos a los reclamos de una sociedad lastimada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían servirla, como denunció, alguna vez, Luis Donaldo Colosio.

Eliminar el trazado de antigüedad en el priísmo, es tanto como convertir en humo su declaración de principios. Como apagar su fogata ideológica nacida del nacionalismo revolucionario. Equivalente a decirle a sus bases que ya no importa tener un registro, una credencial y una formación fundamentada en sus documentos básicos, porque el camino trazado y la lealtad partidaria no cuentan desde ahora, para aspirar a puestos de elección popular, y pueden hacerlo sin pagar cuotas, sin asistir a cursos, sin ser parte de la conformación de nuevos cuadros, sin participar en tareas de seccionales, sólo con aceptar compromisos hacia los programas de acción y declaración de principios, sin necesidad de desgastar su lealtad, su ideología, su persistencia, porque eso, será tiempo perdido, semilla que no dará ya más ningún tipo de frutos. Quizás hasta pudieran realizar, en el futuro, el registro de sus aspiraciones por internet, recibiendo un folio para conocer resultados sobre su aceptación o rechazo.

La eliminación de candados, no se constituye en el paso histórico del PRI con rumbo a la modernidad y el fortalecimiento de la democracia. Es, con todo, un agravio a su militancia más noble y a la sociedad civil respetuosa e inteligente, porque el gran candado que anhelaba la ciudadanía se impusiera ÔÇôpriístas y no priístas-, era el que no permitiera nunca más el ejercicio impune de la corrupción. Que se eliminaran cacicazgos y grupos de conveniencia saturados de poder. Que se abriera la parcela de la distribución equitativa de la riqueza, como heredad colectiva de los mexicanos. Que se aceptaran figuras constitucionales democráticas como el plebiscito y la revocación de mandato”

El PRI, ha pasado, pues, por etapas trascendentes en su vida, desde su fundación en 1929 por Plutarco Elías Calles con la raíz de PNR, para enfrentar a los hombres únicos y providenciales. Recorrió incesante periodos como los del Nacionalismo Revolucionario, Liberalismo Social. Y, ahora, desgraciadamente para hombres y mujeres que creen en sus siglas, apunta hacia el Libre Mercado”

Le saludo, lector.