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Esta es una historia que circula en redes sociales, se las dejamos y ojal谩 la compartan!

Feliz Navidad!!!

En ocasiones pensamos que nuestros problemas son los m谩s grandes del mundo.

Algo parecido le sucedi贸 a un muchacho llamado Francisco, hasta que le sucedi贸 un encuentro inesperado con una se帽ora.

Frank, as铆 le llamaban, siempre hab铆a sido un buen estudiante y deportista. En sus estudios, era un alumno sobresaliente.

Le gustaba el b谩squetbol y sab铆a jugarlo.

En su casa le llamaban “el atleta de la temporada y 茅l se sent铆a feliz.

Se hab铆a preparado especialmente para jugar la pr贸xima temporada.

Incluso hab铆a comprado unos tenis muy suaves y c贸modos para jugar.

Tal vez por esa situaci贸n tan halagadora le produjo un gran dolor cuando al leer la lista de los seleccionados no se encontr贸 en ella.

Lleno de esperanzas buscaba fren茅ticamente su nombre,

pero no estaba.

Ese d铆a sinti贸 como si hubiera dejado de existir, como si se hubiese vuelto invisible.

Muy triste sali贸 de los vestidores, tratando de encontrar una explicaci贸n a su exclusi贸n del equipo.

Camin贸 durante un buen rato pero nada lo consolaba.

Dur贸 varios d铆as de mal humor, no queriendo hablar con nadie y respondiendo mal a sus padres cuando intentaban acerc谩rsele.

Nada le agradaba.

Pero un d铆a de mucho fr铆o y lluvia, tom贸 el autob煤s de costumbre y se sent贸 cerca del chofer.

Una mujer muy adelantada en su embarazo con paso lento subi贸 al cami贸n y se sent贸 detr谩s del asiento del chofer.

Entonces el chofer le pregunt贸 en voz alta:

“驴D贸nde est谩n sus zapatos, se帽ora?

Porque afuera habr谩 s贸lo diez grados”.

Francisco no se hab铆a fijado, pero efectivamente la se帽ora iba s贸lo con unas calcetas medio mojadas.

La se帽ora le contest贸 al chofer:

“No puedo darme el lujo de tener zapatos.

Sub铆 al autob煤s s贸lo para calentarme los pies. Si no le importa viajar茅 con usted un rato”.

El chofer se rasc贸 su cabeza calva y exclam贸:

“S贸lo d铆game c贸mo es que no puede permitirse unos zapatos.”

La se帽ora le dijo:

“Tengo ocho hijos. Todos tienen zapatos.

No qued贸 dinero para m铆.

Pero est谩 bien, el Se帽or cuidar谩 de m铆.”

En ese momento Frank mir贸 hacia abajo, observ贸 sus nuevos tenis Nike de B谩squetbol.

Sus pies estaban c谩lidos y c贸modos, igual que siempre.

Y entonces mir贸 a la mujer, sus calcetas estaban desgarradas.

Pens贸 que esa persona era “invisible” en otro sentido.

Era una se帽ora marginada y olvidada por la sociedad.

脡l siempre podr铆a darse el lujo de tener zapatos.

Ella tal vez nunca.

En un momento se quit贸 los tenis.

Pens贸 que tendr铆a que caminar tres cuadras, pero el fr铆o nunca le hab铆a molestado.

Cuando el autob煤s se detuvo en la parada final Frank esper贸 hasta que todos se hubieran bajado.聽 Entonces recogi贸 sus tenis, se acerc贸 a la mujer y se los entreg贸 dici茅ndole: “Tenga se帽ora, usted los necesita m谩s que yo”.

No esper贸 a que le diera las gracias, sino que baj贸 de prisa sin darse cuenta que ca铆a en un charco.

No importaba, no sent铆a el fr铆o.

En eso escuch贸 a la se帽ora que desde la ventana del autob煤s le dec铆a:

“Mira, 隆me quedan perfectos!”.

A la vez, el chofer le preguntaba

“驴C贸mo te llamas muchacho?”.

脡l respondi贸, “Frank”.

El chofer le dijo: “Muy bien, Frank. En mis veinte a帽os de chofer nunca he visto algo semejante”.

La mujer, llorando, le dec铆a al chofer:

“Ya ve. Le dije que el Se帽or cuidar铆a de m铆”

Y volvi茅ndose, dijo:

“Gracias Frank”.

“No hay de qu茅. No es gran cosa; adem谩s es Navidad”, respondi贸 Frank, quien se dirigi贸 a su casa con los pies helados pero con el coraz贸n contento y ri茅ndose por haberse preocupado de no jugar con la selecci贸n ese a帽o.

Autor: Jos茅 Mart铆nez Col铆n

Sacerdote – Ingeniero