
México. En los pueblos más antiguos, en las ciudades coloniales y hasta en las grandes urbes modernas, existe un eco que hiela la sangre: el lamento de una mujer que vaga entre calles y ríos buscando a sus hijos perdidos. Es la leyenda de La Llorona, uno de los relatos más escalofriantes de la cultura mexicana.
El origen de la maldición
La historia tiene múltiples versiones, pero la más popular cuenta que fue una mujer que, en un arranque de furia y dolor, ahogó a sus hijos en un río. Al darse cuenta de lo que había hecho, se arrojó al agua y murió. Desde entonces, su espíritu quedó condenado a vagar por la eternidad, llorando y buscando a los pequeños que ella misma arrebató de este mundo.
El lamento que hiela la sangre
Quienes aseguran haberla escuchado describen un grito desgarrador: “¡Ay, mis hijos!”. Se dice que si su lamento se escucha de lejos, está cerca, y si se oye muy próximo, en realidad está lejos. Muchos creen que escucharla es un presagio de muerte o desgracia.
Una leyenda que no muere
La Llorona no pertenece solo al pasado. Aún hoy se cuentan testimonios de personas que dicen haberla visto deambular por canales, barrancas y calles solitarias en la madrugada. Su figura, envuelta en un vestido blanco y con el rostro cubierto, sigue siendo parte viva del folclor y del miedo popular en México y gran parte de América Latina.
El eco de lo eterno
Más que un mito, La Llorona es un recordatorio del dolor, la culpa y la condena. Su historia ha sobrevivido siglos porque en cada generación alguien asegura haber escuchado su grito en la oscuridad.
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