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Sonora, México. – Entre los siglos XVII y XIX, en la antigua provincia de Ostimuri surgió una de las experiencias más profundas de encuentro entre culturas en el noroeste de la Nueva España. Las misiones jesuitas, y posteriormente los curatos seculares, fueron más que centros religiosos: se convirtieron en el corazón cultural, agrícola y social de la sierra sur de Sonora.

Un proyecto colonial con raíces indígenas

Las llamadas misiones del Ostimuri se referían a los establecimientos fundados por la Compañía de Jesús durante la época colonial. Su finalidad principal era evangelizar a los pueblos originarios, pero también funcionaron como centros de control económico y social. A su alrededor se fomentó la agricultura, se explotaron recursos naturales y se dio impulso a la minería.

El modelo misional combinaba la cabecera, donde residía el sacerdote y se concentraban las actividades principales, con una red de pueblos de visita, que recibían instrucción religiosa y administrativa de manera periódica. Así, la misión no solo representaba la fe católica, sino también la estrategia de colonización de la Corona española en la región.

Toponimias que hablan de naturaleza y memoria

Cada uno de los pueblos fundados en torno a las misiones conserva un nombre que refleja la íntima relación de sus habitantes con el entorno: montañas, ríos, piedras, sol y frutos de la tierra.

  • Tesopaco (pima/cahíta): “Entre peñas”. Rodeado de cerros rocosos que marcaron su identidad.
  • Baroyeca (pima): “Lugar de piedras grandes”. Sus lomeríos pedregosos inspiraron el nombre.
  • Móvas o Movas (pima): “Aguas que corren”. Fundado en 1622 junto al río Chico, esencial para la agricultura.
  • Nuri (cahíta): “Lugar de piedras afiladas”. Sede de la misión de Santa Ana y San Joaquín.
  • Yécora (vasco, Álava): “Lugar de portales”. Trasplantado por colonizadores vascos en 1673; paso natural hacia Chihuahua.
  • Onavas (pima): “Agua salada / cañas en el agua”. Valle fértil con manantiales y río.
  • Tónichi (ópata/pima): “Lugar del sol”. Fundado en 1622 en un territorio cálido del alto río Yaqui.
  • Quiriego (cahíta): “Lugar donde abunda el chile silvestre (chiltepin)”. Producto característico de la sierra y alimento tradicional.

Entre fe, naturaleza y mestizaje cultural

Las misiones del Ostimuri no fueron simples templos. Fueron espacios donde se entrelazaron la cosmovisión indígena y el proyecto colonial europeo. Los nombres de los pueblos son testimonios vivos de esa unión: hablan de agua, piedra, sol y frutos silvestres, símbolos de supervivencia y pertenencia.

Hoy, siglos después, los descendientes de esas comunidades mantienen vivas tradiciones, apellidos y costumbres que nacieron en torno a estos lugares. Recordar su significado no solo es un ejercicio histórico, sino también un reconocimiento al patrimonio cultural de Sonora.