¡Al carajo las simulaciones!.- En lugar de pedir perdón a los pueblos originarios, entregarles justicia.- La violencia se abate sobre la Nación Yaqui, problema real que debe ser atendido de fondo por las autoridades federales.
Bernardo Elenes Habas
(Envío mi abrazo solidario al compañero periodista Samuel Valenzuela, quien vive el difícil trance de haber perdido a su señora mamá. Hago votos para que el recuerdo, las enseñanzas y la luz amorosa vertidas por doña Dolores en su familia, sea fogata perdurable de fe que alumbre caminos imborrables).
La violencia se abate sobre la Nación Yaqui. Es un problema real, que debe ser atendido de fondo por las autoridades federales.
Queda claro que esas heridas que sangran la historia, costumbres, tradiciones de pueblos originarios como el Yoeme, no puede ni deben tratarse con discursos mágicos pidiendo perdón por daños causado a través de centurias por los yoris, extranjeros y nacionales; porque se trata de agresiones que no cesan hasta nuestros días, y es imposible borrar oleajes de oprobio desde 1533 cuando hollaron el río y el Bakatete los españoles comandados por Diego de Guzmán.
No será, pues, con ceremoniales de humo, escenarios montados para que el presidente de México pida perdón a las familias que conservan el torrente de dignidad que nace del viento, del agua, del fuego, de la tierra, como podrían olvidarse los agravios y sangre derramada, porque éstos, en pleno siglo XXI, persisten, no los desgasta el tiempo, y la libertad de los yaquis sigue siendo ficticia, sometida a caprichos políticos y ahora, como en la etapa del porfiriato, a persecuciones, desapariciones, torturas, muerte…
Andrés Manuel López Obrador no debe venir a Territorio Sagrado a pedir perdón, siguiendo un guion de teatro político que alguien le escribió, sino a entregar justicia, a explicar el reciente secuestro y muerte de Tomás Rojo y de otros líderes yaquis. A dejar en claro los cauces que tomará el ilegal Acueducto Independencia con el saqueo del agua que corresponde a la etnia.
Sólo podría justificarse su presencia, si se atreve a firmar el Pacto del Bakatete, con el compromiso señero de que el respeto y la libertad de la etnia, su río, sus linderos, estarán siempre garantizados…
¡Al carajo las simulaciones!
Le saludo, lector.
