“Yo solo respondo por mi hijo Jesús Ernesto”: AMLO.-

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Bernardo Elenes Habas

“Yo solo respondo por mi hijo Jesús Ernesto”: AMLO.- Primero trata de justificar el comportamiento de sus parientes, quitándoles el filo de la supuesta verdad delictiva, y luego se coloca al lado de la ley para que cada quien se haga responsable de sus actos, en discurso de corto vuelo… 

Bernardo Elenes Habas

En su terruño –Tabasco-, el presidente Andrés Manuel López Obrador alzó su cáliz, en un acto de fe, para derramar la oración líquida de su verdad sobre su familia.

“Yo solo respondo por mi hijo Jesús Ernesto”, dijo, dejando testimonio de su realidad, su congruencia: de que no ha transitado y no navegará jamás los drenes de la corrupción, como pretenden involucrarlo sus “adversarios”, a propósito de su hermano Martín López Obrador, captado y exhibido públicamente recibiendo fajos de dinero.

“Desde el principio, desde que tomé posesión en la Cámara, hablé de mis familiares; solo me hacía cargo de Jesús Ernesto, y eso porque es menor de edad, pero del resto no. Que cada quien se haga cargo de sus asuntos y asuma sus responsabilidades. Nosotros no vamos a fallar en nada”, precisó ante sus paisanos.

Desgraciadamente AMLO cuenta con hermanos incómodos y otros parientes irritantes que le raspan su investidura presidencial y la pureza de sus ideas, poniendo en evidencia la sólida resonancia y cumplimiento de su palabra en su combate contra la corrupción.

Hechos negativos que deploran sus seguidores, porque hacen mella en su credibilidad, aunque lo nieguen; y que festejan y difunden sus enemigos, mostrándolo como la antítesis del enunciado “el juez por su casa empieza”, concluyendo que quien es incapaz de poner orden en su hogar, carece de solvencia moral y estatura para intentar transformar las estructuras de la Patria.

Aunque haya cerrazón popular ante la realidad y brote un alud de réplicas, insultos y pretendidas justificaciones en redes sociales por parte de sus seguidores, buscando enderezar los renglones torcidos de la narrativa cotidiana, se tiene que admitir el impacto de la verdad, la inevitable comparación de casos sobre sus hermanos Martín, Pío, Ramiro, sus primas Felipa y Manuela del Carmen Obrador, Concepción Falcón, esposa de Ramiro, envueltos en supuestos actos de corrupción, paralelos a algunos integrantes de su gabinete como Manuel Bartlett, la defenestrada Eréndira Sandoval y su esposo John Ackerman, incluyendo a su devoto colaborador, René Bejarano, el Señor de las Ligas…

Se trata, sin duda, de muchos supuestos casos, los que el imperio de la ley no ha atendido, no les ha dado seguimientos estrictos y claros, para que la palabra del señor presidente no quede en entredicho, perdiéndose en el espectáculo (no de información ni de debate circular) en que se han convertido “las mañaneras”.

Y ante las exposiciones del señor presidente, cuando aborda los casos de su parentela, realmente la ciudadanía que las escucha y mira, se vuelve testigo de la facilidad con que justifica, como si fuese dueño de la verdad absoluta, los posibles desviados comportamientos de sus consanguíneos, precisando que se trataba de aportaciones para la causa, en el caso de Pio, y un préstamo personal, al referirse a Martín.

Posteriormente, rebasa sus propias argumentaciones eliminadoras de culpas, y en un acto público, ante su gente, señala que solo responde por su hijo y no por el resto de sus familiares, quienes deben asumir la responsabilidad de sus actos…

Pero, desafortunadamente, se trata solamente de discursos. Palabras que nacen al calor de las circunstancias. Que vuelan a los oídos de la gente que las aplaude, y ahí quiebran sus alas…

Antes como antes, y ahora como ahora… decía el Indio Cajeme en las laderas del Bakatete, cuando enfrentaba al lado de su pueblo la represión porfirista y medía el comportamiento de políticos y gobernantes a través de tiempo y circunstancias…

Le saludo, lector.