
Poema de domingo.- En el Bakatete, el viento frío de la noche se negaba a ser bautizado por la primavera. Bajaba aullando entre el cintilar de las estrellas rumbo al valle… Llegaba y se metía a las ramadas en los atrios de las iglesias, donde las procesiones de los chapayekas cumplían con la tradición profunda de la Pasión y Muerte del Cristo Yaqui…
Desde el Miércoles de Tinieblas los integrantes de la “Costumbre”, habían purificado sus almas y veían con nuevos ojos el amanecer de la Nación Yaqui, desembocando en el Sábado de Gloria (la liturgia no cambia en el pueblo yoeme), cuando Jesús resucita y la palabra, el canto, la alegría, vuelve a la garganta de hombres y mujeres, renaciendo el relámpago de la Danza del Venado, Pajkjola, Matachines, con los primeros rayos del sol que asoman desde más allá del cerro azul, donde renace la vida…
Bernardo Elenes Habas
Traigo sol en las manos,

lluvia en mis ojos tristes;
ríos que se desbordan
en la selva de asfalto;
y silencio, silencio
de crepúsculos grises,
de tardes fracturadas,
de lastimados cantos…
Así me trajo el viento
desde valles lejanos,
tatuó en mi voz de humo
una oración eterna,
desgranó sus espigas
con la emoción de un salmo,
y hubo paz en mi sangre…
se volvió mi alma buena…
Así me trajo el viento
con aullidos insomnes,
lavó mi piel oscura
con el agua del tiempo,
me bautizó poeta,
sencillamente hombre…
Hoy comienzo de nuevo,
reconstruyo el sendero,
una fogata cierta
ilumina mi vida,
traigo sol en las manos,
en el pecho… luceros…
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