Acapulco: La tragedia.

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Cuando el Centro de Control de Huracanes de Miami había advertido sobre la peligrosidad de Otis, en Acapulco todo continuaba normal, a los turistas se les decía que se quedaran en su habitación, y evitaran actividades fuera de sus hoteles. No tenían idea de la devastación que estaba por venir, y que pudo prevenirse ¿o no?

Horas después de que había pasado el huracán no se tenía información. No se habilitaron refugios para sectores populares porque nada estaba previsto: no se previó que ante un huracán categoría cuatro (ésa era la información original) con vientos superiores a 200 kilómetros por hora (fueron finalmente de 270 kilómetros) se necesitaran tomar precauciones adicionales a las de una simple tormenta. Tomando en cuenta que Acapulco es una ciudad en donde las necesidades son muchas. Un lugar turístico y nostálgico para muchos en nuestro país; si, pero con una población en situación vulnerable, a donde no llegan los beneficios de la derrama económica por el sector turístico. Acapulco (al igual que el resto del país) también padece de indiferencia de sus autoridades, inseguridad, drogadicción, y padecimientos de salud que se asocian a todo esto. Hay que recordar que Acapulco es la sede de una de las secretarias que se mudaron, debido a la decisión (unilateral) del ejecutivo; la secretaria de salud. ¿Estará igual a cómo se encuentra Acapulco? El secretario de salud, fue el único del gabinete que mudó las oficinas de esta dependencia federal al puerto de Acapulco. Mudanza que le salió a la Federación en 140 millones de pesos y en la que sólo se trasladaron menos de 200 trabajadores, muy lejos del edificio que tiene en la calle de Lieja, en la colonia Juárez de la Ciudad de México. Algo que a muchos nos parece absurdo o a ¿alguien le ha parecido útil la oficina de la SADER en Cajeme, por mencionar un ejemplo? Los temas más apremiantes actualmente en salud, son varios entre los que destacan los derivados de la falta de combustible, del servicio de luz eléctrica y del desabasto de agua. Este último el más sensible para la población. Es la falta de agua que reclaman miles de habitantes guerrerenses, lo que impacta directamente en la atención médica. El nulo funcionamiento de los drenajes y la falta de agua potable en Acapulco ponen en riesgo a los pobladores de contraer enfermedades gastrointestinales, respiratorias, dengue, zika, tifoidea y hasta posible riesgo de cólera, que se puede transmitir por agua contaminada, de acuerdo con infectólogos e inmunólogos. Los enfermos más graves han sido enviados a hospitales de la Ciudad de México, tanto de la Secretaría de Salud, del IMSS e ISSSTE, un total de 114 personas. Los datos oficiales más recientes revelan que se han realizado 325 traslados de pacientes: 272 terrestres y 53 por vía aérea. Sin embargo, aún no se cuantifican los afectados por Otis. Se sabe que las autoridades de salud han comenzado a realizar un censo. Este fenómeno meteorológico golpeó también la red de salud hospitalaria de Acapulco. Un total de 120 hospitales y clínicas resultaron con afectaciones, algunas más graves que otras. En las primeras horas todo fue un caos y muchas personas que resultaron dañadas, ya sea porque se fracturaron una extremidad, se cortaron con alguna lámina suelta o se golpearon la cabeza, no tuvieron atención médica porque personal de salud no se daba abasto porque los mismos hospitales resultaron afectados. La instalación del Comando para la Seguridad en Salud tiene como prioridad evacuar a la población de las zonas inundadas, prevenir enfermedades infecciosas e instalar albergues seguros, con acceso a agua limpia y comida segura. Sin embargo, se requieren plantas potabilizadoras para asegurar agua limpia, situación que aún no se tiene en Acapulco.

Después del huracán Paulina, en Octubre de 1997 el presidente en aquel entonces el Dr. Ernesto Zedillo suspendió un viaje que tenía programado a Alemania y se trasladó para instalarse de manera permanente a Acapulco que se encontraba devastado al igual que Oaxaca. Pidió la renuncia del alcalde en turno que era compadre del gobernador y que en ese entonces no se sabe si se encontraba en las Vegas o en Disney cuando sucedió la tragedia del huracán. Hasta el término de esta columna no se ha visto a la gobernadora Evelin Salgado ni a la alcaldesa de Acapulco atender a sus votantes. Se dice que la gobernadora se encontraba en una fiesta en Nayarit. Lo cierto (y para su suerte) es que no correrán la misma suerte con la que corrieron sus antecesores. Pobre Acapulco que además de padecer estas tragedias, también sufren las inclemencias del clima.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora

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