Poema de domingo.- En cada pueblo de la Nación Yoreme, se concentraron ya los chapayekas que dispersos por el vasto territorio del Bakatete, daban cumplimiento a la profunda tradición de Cuaresma, husmeando en los recodos de caminos, en cada comunidad, buscando al Cristo Yaqui, para hacerlo prisionero y conducirlo al pasaje de su pasión y muerte… Ahora corresponde a cada konti (lugar de procesiones) en los atrios de las iglesias, llevar a cabo la solemne representación para vivir el Miércoles de Tinieblas, el Viernes Santo y el Sábado de Gloria, con la intensidad y el respeto que la etnia le imprime a su religión y creencias admirables.
Bernardo Elenes Habas
Cada mañana,
llora la flauta de carrizo.
Desgrana su voz grave el tambor
ceremonial del Bakatete.
Cada mañana,
se extiende la sombra del dolor
sobre los pueblos,
los rezos silvestres de “cantoras”
se envuelven en el viento
que rueda por el pecho de la sierra,
buscando al Cristo Yaqui,
el que llegó entre el barro
lejano de jesuitas,
amasado con el agua del Jiak Batwe,
alumbrando el camino hacia la casa
donde abre sus brazos Itom Achai.
Cada mañana,
se escucha el sonido de los kutam,
cuchillos y espadas de madera
convertidas en señales de la tierra
para husmear la huella de Jesús,
encontrarlo y llevarlo al sacrificio….
Cada mañana en la Nación Yoreme,
la flauta llora su orfandad de paz
y de justicia,
porque sabe que el drama
-la Pasión de Cristo-
Se vuelve realidad
en los caminos de la Patria…
—-o0o—-
