Poema de domingo.-

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Cuando la lluvia cae en el pecho sediento del Valle del Yaqui, hay renuevo de emociones, porque el agua tiene la magia de transformar a los seres, lavarles el corazón y hacerlos avizorar el futuro. Cuando huele a tierra mojada y los relámpagos estallan por el rumbo de Tetanchopo, es seguro que la lluvia llegará a Cajeme, como decían los viejos, y es, entonces, el momento de la emoción inexplicable, de renacer fugazmente con sentimientos que se habían olvidado pero que estaban ahí, tatuados en la piel y en el alma desde la niñez, siendo solamente revelados por la lluvia… ¡La lluvia es un milagro!

Bernardo Elenes Habas

Llueve,

las guitarras de la noche

humedecen su tonada.

La hojarasca resplandece

agitando sus palabras

y los pájaros nocturnos

beben luces de colores

refugiados en la fronda.

Llueve,

y parece que se borran las pasiones,

que las gotas reblandecen

el metal frío del odio,

que ambiciones y soberbias

establecen una tregua…

Llueve,

y el agua lava afrentas,

ilumina las miradas

presagiando que mañana

la igualdad será una espiga

repartiendo entre los seres

la semilla sustantiva

de la paz y la justicia…

Llueve…

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