
Londres, Inglaterra. Las brumas del East End cubrían las calles empedradas de Whitechapel cuando la ciudad comenzó a vivir una pesadilla que marcaría la historia del crimen para siempre. Entre agosto y noviembre de aquel año, un asesino desconocido, bautizado por la prensa como Jack el Destripador, desató una ola de terror con crímenes brutales que hasta hoy permanecen sin resolver.
El inicio del pánico
Las víctimas eran en su mayoría mujeres de clase trabajadora, algunas dedicadas a la prostitución, que aparecían muertas en callejones oscuros, con señales de extrema violencia. Los asesinatos se distinguían por el corte de garganta, mutilaciones en el abdomen y, en ciertos casos, la extracción de órganos. El modus operandi no solo horrorizó a la sociedad victoriana, sino que también capturó la atención mundial gracias a los periódicos, que por primera vez difundían crímenes en tiempo casi inmediato.
Cartas que alimentaron el mito
Durante aquellos meses, la policía y medios de comunicación recibieron decenas de cartas atribuidas al asesino. Una de ellas, firmada como “Jack the Ripper”, fue la que selló el nombre con el que la historia lo recordaría. Aunque la autenticidad de estos mensajes sigue en duda, contribuyeron a crear una leyenda en torno a la figura de un criminal que parecía burlarse de las autoridades y de la sociedad londinense.
La investigación sin rostro
La Policía Metropolitana de Londres desplegó un operativo sin precedentes para dar con el responsable, entrevistando a cientos de personas y siguiendo múltiples pistas. Entre los sospechosos estuvieron médicos, carniceros e incluso personajes de la aristocracia. Sin embargo, ninguna de las investigaciones logró identificar al asesino.
El legado del miedo
Jack el Destripador desapareció tan misteriosamente como apareció. Se le atribuyen oficialmente cinco asesinatos, conocidos como “las cinco canónicas”, aunque algunos historiadores sugieren que pudo haber cometido más. Lo cierto es que sus crímenes quedaron en la memoria colectiva como uno de los enigmas más oscuros del siglo XIX.
Hoy, más de 135 años después, su identidad sigue siendo un misterio, alimentando teorías, libros, películas y documentales. Jack el Destripador no solo fue un asesino en serie: se convirtió en un símbolo del terror urbano, un recordatorio de cómo el miedo puede marcar a toda una ciudad y trascender generaciones.
