Cincuenta años de la masacre de Río Muerto.-

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Cincuenta años de la masacre de Río Muerto.- Me comenta Anita López, la hija del Machi, que la toma de tierras comandada por Juan de Dios Terán, fue la chispa que incendió la rebeldía campesina en el Valle del Yaqui.- Estoy haciendo a pulso, con esta mano izquierda el dibujo de un hombre, pero en lugar de uno me salen siete cuerpos, poema que escribí hace 50 años.

Bernardo Elenes Habas

La vida ha seguido su curso.

Sin embargo, después de la masacre de Río Muerto, un 23 de octubre de 1975 en el predio El Chaparral del Valle del Yaqui, el tiempo sopló incesante sobre el polvo que pretendía esconder la verdad de un acto tan dramático, donde la frialdad de los políticos que mueven los hilos del poder conjugaron sus odios y ambiciones, construyeron un cauce a modo, por donde hicieron transitar la historia, su historia, durante muchos años.

Anita López Rodríguez, hija del Machi López, Padre del Agrarismo en el Valle del Yaqui, me recordó en un mensaje, que hoy se cumplen 50 años de los terribles hechos que lastimaron la conciencia de una generación actuante de sonorenses y mexicanos. De jóvenes campesinos, estudiantes, obreros, trabajadores, que no encontraban respuesta a desenlace tan violento, contra un puñado de labradores que soñaban con tener una parcela en la inmensa extensión de un valle sometido a unas cuantas manos; y en respuesta, encontraron balas asesinas surgidas con precisión desde las armas de agentes de la Policía Estatal comandada por Francisco Arellano Noblecía, de soldados del Ejército, y desde la responsabilidad institucional de Luis Echeverría Álvarez.

En verdad, eran tiempos muy álgidos en el país. Brotaban movimientos insurgentes en diferentes puntos de la geografía nacional. Se había conformado, hacía dos años (1973), la Liga Comunista 23 de Septiembre, con participación de jóvenes cajemenses en sus comandos, y ciertamente, Sonora se constituía en caldo de cultivo para la rebelión social, por la existencia de grandes latifundios y las políticas ciegas que se negaban a admitir la distribución equitativa, justa, de la riqueza como heredad colectiva y plural.

Hoy, la fecha 23 de octubre de 1975 en San Ignacio Río Muerto, es historia. Pero en esa comunidad rural persiste el germen de la rebeldía, y se recuerdan siempre los nombres de Rogelio Robles Ruiz, Benjamín Robles Ruiz, Enrique Flores Félix, Juan de Dios Terán Enríquez, Rafael López Vizcarra, Gildardo Gil Ochoa y Miguel Gutiérrez Quiñónez.

Y como bien lo señala Anita, fue Juan de Dios Terán y los campesinos que dirigía, quienes encendieron la chispa de la rebeldía campesina en el Valle, exigiendo su justo derecho a una parcela, la que tramitaban pacíficamente desde hacía años ante la Secretaría de la Reforma Agraria, pero topándose con la demagogia gubernamental, con la sordera de los poderosos, lo que los obligó a tomar el predio El Chaparral, donde se originó la masacre.

(Un año después, 1976, vino la expropiación de latifundios agrícolas en el Valle, decretado por Echeverría Álvarez, movimiento que carecía de planeación y visión de futuro, constituyéndose en un golpe mediático y político, que al poco tiempo mostró su fracaso por las improvisaciones y falta de organización. Muy diferente al reparto de Tata Lázaro en 1937, cuando Jacinto López, Machi López, Ramón Danzós Palomino, Pascual Ayón, habían preparado la estructura de sindicatos obrero campesinos para el gran cometido).

En esos días de lumbre de octubre del 75, escribí mi poema Apunte para un dibujo, en honor a los caídos de Río Muerto, que ahora le comparto:

Estoy haciendo a pulso,/ con esta mano izquierda, el dibujo de un hombre./ Empecé por la tierra, por el sol,/ los arados./ Y se derrama el rojo.

Continué con las cercas, pero pienso quitarlas,/ porque el Valle que es ave, ya no merece jaulas.

He comenzado al hombre, de los pies hacia arriba./ Pero no puedo hacerlo, porque en lugar de uno me salen siete cuerpos,/ y a pesar de que tomo el lápiz con firmeza,/ se me caen en el surco todos ensangrentados…/ y de sus siete pechos, espigas rojas nacen…

Mejor dibujo calles, casas, patios y niños, aquí, en Río Muerto…

Le saludo.