Con cierta cautela fue tomado en la legislatura de Sonora el tema de la reelección de diputados locales y alcaldes, que detonó en Nayarit anticipadamente, cuando un alcalde aprovechó un resquicio legal para aspirar a un nuevo periodo, logrando un fallo favorable de parte del Trife.
Y es que por ejemplo, de 14 diputados locales que aspiraron en 2015 a otro cargo de elección, siete perdieron.
El caso Nayarit, sin embargo, desató cierto acelere en las pulsaciones de más de cuatro que aspiran a continuar en su curul o en sus cargos ejecutivos, sacrificando al menos tres años más de su vida en la defensa de las causas populares, el desarrollo y el progreso del estado; todo por el puritito amor a la patria. Ei.
La Constitución federal fue reformada el año pasado para permitir la reelección de diputados y alcaldes, lo que aplicaría para quienes serán electos en el proceso 2017-2018, pero el alcalde de Ahuacatlán, Nayarit José de Jesús Bernal Lamas interpuso y ganó un recurso contra la prohibición de reelegirse por la vía del sufragio popular.
En todo el país, alcaldes y diputados en funciones vieron en este caso la posibilidad de aspirar a extender sus mandatos al menos por un periodo más.
Pero las cosas no son tan sencillas. Aunque éstos busquen la reelección, tendrán que pasar antes por la prueba de las urnas y en eso tiene mucho que ver la eficacia y eficiencia con que se hayan desempeñado en sus respectivos cargos.
La posibilidad de reelegirse no es un refrendo en automático, menos en estos tiempos cuando la población ha desarrollado un sentido crítico a veces demoledor: cuando la desconfianza en las instituciones y particularmente en la clase política de todos los partidos se encuentra a flor de piel.
Un sencillo ejercicio retrospectivo en la legislatura local, a propósito de quienes buscaron un nuevo cargo de elección, nos indica que de los 32 diputados que conformaron la anterior legislatura, 14 decidieron pasar la prueba de las urnas aspirando a una diputación federal o a una alcaldía, y la mitad fracasaron.
Cada caso es particular y posee elementos de coyuntura específicos que determinaron el triunfo o la derrota, pero en el recuento, sólo siete de esos 14 sacrificados patriotas pudieron alcanzar su objetivo y seguir mamando de la nómina… no, perdón, seguir entregando sus talentos para el beneficio de la nación.
Veamos. El panista Everardo López Córdova es uno de los que pasaron la prueba de las urnas, conquistando la alcaldía de San Luis Río Colorado. A su compañero de bancada Ignacio García Fierro no le fue bien, y buscó ser alcalde de Caborca, sucumbiendo ante Karina García Gutiérrez, del PRI, que por cierto también perteneció a esa legislatura, a la que llegó por la vía plurinominal.
El priista Humberto Robles Pompa fue candidato a la alcaldía de Nogales y perdió frente al entonces diputado federal con licencia, Cuauhtémoc Galindo Delgado
También priista, Lupita Gracia Benítez compitió por el Distrito 02 federal con cabecera en Nogales, pero perdió ante Leticia Amparano Gámez, que hasta entonces se desempeñaba como directora general de Salud Mental y Drogas en la administración de Guillermo Padrés. La maledicencia dice que la ‘vendieron en canal’.
El caso de Vicente Terán Uribe es emblemático. En Agua Prieta ya tenía más de una década alternándose el poder entre la alcaldía, la diputación federal y la local, en una práctica dinástica de la que participaba su esposa, Irma Villalobos. En 2015 quiso repetir la dosis y regresar de la diputación local a la alcaldía, y que su esposa, entonces alcaldesa, lo relevara en el Congreso.
Ambos perdieron. El primero frente a un desconocido (en la política) Héctor David Ruvalcaba, que entró al relevo tardíamente cuando el candidato original del PAN, Iván Bernal fue desconocido por la autoridad electoral, ya que nunca colgó los hábitos como sacerdote; la segunda, frente al panista Carlos Manuel Fú.
Otro diputado local panista que ganó una curul en San Lázaro es Javier Neblina Vega. Este caso es también notable, ya que en el distrito 03, con cabecera en Hermosillo, el PRI no postuló candidato, sino que lo cedió al amparo de su alianza con el PVEM, a Gustavo Claussen Iberry, que prácticamente no hizo campaña, salvo en las últimas dos semanas antes de la fecha de la elección, y aun así estuvo a un paso de ganarla. Otro caso, dicen, de venta en canal, negociado por el entonces coordinador parlamentario del PRI, Carlos Samuel Moreno Terán, hoy por cierto, borrado del mapa.
José Luis Marco León Perea, que ya había sido diputado federal, como local aspiró a la alcaldía de Guaymas, pero perdió ante Lorenzo de Cima. En esta derrota se habla de que influyeron mucho sus conflictos con el entonces alcalde, de su mismo partido, Otto Guillermo Claussen.
Es diferente el caso de Carlos Enrique Gómez Cota que solicitó licencia para competir por la alcaldía de Empalme, ganándole al panista Marcelo Caraveo Rincón y al perredista Jesús Ávila Godoy.
Siendo diputado local, Abel Murrieta ganó la elección por la diputación federal con cabecera en Cajeme, lo mismo que Próspero Ibarra; ambos, triunfos contundentes en los que mucho tuvo que ver la oleada anti padrecista que aún prevalece en todo el sur del estado, y de la que se salvó gracias a la división del priismo navojoense, el hoy alcalde de la Perla del Mayo, Raúl Silva Vela.
La que no se salvó fue la diputada Shyrley Vázquez, que aspiró a la alcaldía de Huatabampo, mordiendo el polvo frente al priista Heliodoro Soto.
Siendo diputado local plurinominal, el perredista Carlos Navarro López fue candidato a la gubernatura, pero nada tenía que hacer frente a los dos candidatos más fuertes, Claudia Pavlovich y Javier Gándara, del PRI y el PAN, respectivamente.
Por último, otro diputado local que aspiró a una alcaldía y la ganó, es el panista Lorenzo Villegas, hoy presidente municipal de Naco.
Sirva este breve recuento para ilustrar el hecho de que la reelección recientemente aprobada para diputados y alcaldes, no necesariamente es un refrendo automático, pues igual quienes aspiren a ella tienen que pasar la cada vez más difícil prueba de las urnas. Quizá por eso la cautela con que fue tomado, en la legislatura sonorense, el caso del alcalde de Ahuacatlán.
II
Sigue el sospechosismo sobre la protesta de los bomberos ‘voluntarios’ que reclaman incremento salarial, lo cual suena ciertamente contradictorio, pero bueno, así están las cosas.
Y es que cualquiera tiene el derecho de buscar mejores ingresos, pero en el caso de los tragahumo hermosillenses el reclamo suena más a río revuelto que a una legítima demanda, como queda claro después de leer el reportaje del periódico Expreso en el que se detalla que el tabulador de esta capital es muy similar al de Guadalajara, una ciudad cuya área metropolitana rebasa los cuatro millones de habitantes.
En municipios como Torreón o Cajeme, los salarios de los bomberos fluctúan entre 6 y diez mil pesos mensuales, cuando en Hermosillo el sueldo base menor es de 10 mil 200 pesos, más un bono mensual de mil 500 pesos, más horas extra, que son una especie de compensación fija de entre 2 mil y 6 mil pesos al mes. El 90 por ciento de los tragahumo se encuentran en un rango que va de los 15 mil a los 22 mil pesos, y hay algunos cuyos ingresos llegan a los 35 mil pesos mensuales.
Con el agregado de que están exentos del pago de predial y agua, y tienen asignadas becas para sus hijos.
Los bomberos en protesta son liderados por Jesús Díaz, quien en su más reciente aparición pública hubo de enfrentar el reclamo de otros elementos que tienen más de 25 años laborando y se encuentran cerca de la jubilación, por lo que han aceptado la oferta de 15.5% de incremento salarial ofrecida por el ayuntamiento. Un incremento que ya quisieran para una revisión salarial los académicos de la Universidad de Sonora.
Y mientras los señores que comanda Jesús Díaz siguen en plantón, por la ciudad se han registrado incendios aún más sospechosos, similares a aquel en el que ardió una parte de la estructura del puente del bulevar Morelos. En ese entonces se capturó a un indigente como responsable, quien inicialmente dijo que le habían pagado por provocar el siniestro, aunque luego se desdijo.
Total que el plantón de los bomberos ya está despertando más suspicacias de las que provocó en sus inicios, acerca de la mano azul que mece la cuna de Jesús Díaz.
III
Ayer hubo una conferencia sobre el Sistema Estatal Anticorrupción, impartida por José Octavio López, del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción, en el auditorio del Congreso del Estado.
Uno de los puntos torales en esta conferencia, fue el relativo a los méritos por los que deben llegar a los puestos del sistema anticorrupción; es decir, a partir de mecanismos democráticos y transparentes, y no por la designación directa de ‘padrinos’ generalmente incrustados en los ámbitos gubernamentales.
Por cuestiones de agenda no pudimos asistir a este evento, pero nos reportan a la colega y amiga Leticia Cuesta, presidenta de la AC Sonora Ciudadana llegando casi al final de la conferencia y con una actitud sobrada de protagonismo, exigiendo mover hasta el presídium para ocupar su lugar.
Raro en ella, porque hasta donde la conozco siempre ha sabido combinar la firmeza de carácter con el respeto que, me dicen, esta vez no mostró. En fin, esperemos que haya sido sólo un mal día.
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