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Con el desarrollo se abre la posibilidad de exportación e incursión en el millonario mercado mundial

México es el tercer productor de mango del mundo, solo detrás de India y China. En el país hay más de 40 mil productores de la fruta que generan más de 1.6 millones de toneladas anuales, de las cuales el 30 a 40 por ciento es merma, alrededor de 640 mil toneladas, siendo la principal causa el aspecto estético, pues con el solo hecho de presentar una mancha en la cáscara o menor tamaño en relación al común, ya no es comprado como primera calidad por los intermediarios en la cadena de negocio.

¿Cómo colaborar para que no haya una pérdida tan onerosa en los productores? Ese fue el planteamiento que motivó a cuatro estudiantes mexicanos a crear una pasteurizadora de la pulpa de mango que alarga su vida en anaquel y facilita su comercialización a las industrializadoras.

El pasteurizador compacto, que cuenta con solicitud de patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, fue diseñado considerando el principio de biomímesis, es decir, emulando con tecnología lo que la naturaleza realiza. Existen en el mercado equipos que cumplen esta función pero su costo es muy elevado y funcionan con base en calor, lo cual merma la calidad de la pulpa en cuanto a propiedades nutrimentales y demandan un alto consumo energético. Así lo explica Pigmalión Domínguez Julián, ingeniero en tecnologías computacionales en la Universidad Veracruzana y quien forma parte de SaveFruit, la startup creada a partir del desarrollo.

“El proceso actual para pasteurización funciona elevando la temperatura y luego bajándola, de esta forma se eliminan las bacterias pero también vitaminas y proteínas. Nuestro desarrollo tecnológico es una alternativa y funciona con base en la disociación de moléculas y para ello utilizamos tecnología ya existente que adaptamos a nuestras necesidades. Además, nuestro prototipo nos permite tomar lecturas de la temperatura de la pulpa cuando entra al dispositivo y cuando sale”, detalla el joven emprendedor.

Por su parte, Gregorio Abad Acuña García, arquitecto de la Universidad Metropolitana de Monterrey y con especialización en bioclimatismo y sustentabilidad, también integrante de Savefruit, comenta que el 40 por ciento de una cosecha de mango no pasa los estándares de calidad, sobre todo por la apariencia, y el productor ya no puede venderlo y se traduce en pérdidas.

“El fin del pasteurizador es transformar la merma, antes de que inicie el proceso de descomposición de la fruta para poder ofrecerlo a la industria u otros compradores que lo comercializará en forma de jugos, bebida, extracto y más. El mercado de la pulpa de mango en México y el mundo es muy grande y está desaprovechado. Incluso Japón y Arabia Saudita compran millones de dólares anualmente”.

Quienes también conforman Savefruit son Zaira Dafne Tapia Padilla, estudiante de ingeniería en gestión empresarial en el Instituto Tecnológico de Morelia, y Ángel Alfonso Espinoza Terán, egresado de la carrera de ingeniería mecánica del Instituto Tecnológico de Culiacán. Los cuatro emprendedores conjuntaron ideas en la incubadora de alto impacto iLab, en Xalapa, Veracruz, institución que es un espacio de aprendizaje, formación y transformación donde se desarrollan habilidades de negocios, tecnología e innovación.

Actualmente, el equipo multidisciplinario sigue trabajando en la identificación de patógenos que afectan a la pulpa de mango, así como en el modelo de negocio en el que buscan trabajar directamente con los productores de mango a fin de que transformen sus mermas en ingresos económicos. (Agencia ID)

 

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