Rafael “El Buqui” Contreras.-

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Rafael “El Buqui” Contreras.- Cubría su mandato como gobernador de Sonora, Álvaro Obregón Tapia (1955-1961), y conducía los destinos de Cajeme René Gándara Romo (1955-1958), cuando las pasiones en el Partido Revolucionario Institucional se desbordaron en el Municipio al darse los tiempos constitucionales de relevo en la Alcaldía…

Bernardo Elenes Habas

El viento que baja del Bacatete con cuchillos fríos en invierno y aliento de lumbre en verano, ha tatuado en la memoria colectiva, en calles de Ciudad Obregón, sus edificios y casas antiguas, 64 años de una de las luchas político-electorales más trascendente de la comunidad.

“El Contrerismo”, dieron en llamarle cronistas como Miguel Mexía Alvarado, Oscar Sánchez Márquez, Rogelio Arenas Castro; asimismo el escritor y periodista Carlos Moncada Ochoa, quien consigna esos hechos en su libro “Años de violencia en Sonora”.

Pero también, dicha relatoría urbana, fluía de la voz y del recuerdo de protagonistas de tan singular movimiento social, como el mismo Mexía Alvarado, los hermanos José y Miguel Salcido Plascencia, Antonio Parra Mares, Guillermo Vélez, Matías Méndez, Saturnino Saldívar “El Chapo”, Pedro López Rincón, Juan Eulogio Guerra Aguiluz, entre muchos cajemenses de voz alta y clara, comprometidos desde sus raíces a la flor de su sangre, con sus ideales.

Así comenzó la historia:

Cubría su mandato como gobernador de Sonora, Álvaro Obregón Tapia (1955-1961); y conducía los destinos de Cajeme René Gándara Romo (1955-1958), cuando las pasiones en el Partido Revolucionario Institucional de Cajeme (PRI), brotaron, al darse los tiempos constitucionales de relevo en la Presidencia Municipal.

Los notables del PRI, estructura conformada por agricultores y empresarios, habían decidido nominar como su candidato para el periodo 1958-1961, a uno de sus iguales, Gabriel Gallegos Campoy; pero entre las mayorías priístas con asiento en la central obrera CTM, incluyendo a ciudadanos que no militaban en dicho instituto político, venían madurando la idea, desde hacía varios meses, de impulsar hacia la candidatura a Rafael Contreras Monteón, “El Buqui”.

Y es que “El Buqui Contreras”, quien había sido ya diputado federal, y al lado de Maximiliano R. López “El Machi”, ejercía un liderazgo constante de gestoría y acercamiento con las clases populares y trabajadores del campo, lo que le despertaba evidentes simpatías, aunado a su carisma y facilidad de palabra a la hora de improvisar discursos y exaltar los principios y valores de la justicia social, que deberían de estar siempre –decía-, al servicio del pueblo.

Un gran sector de las bases del PRI, abanderados por la CTM, pidieron a los dirigentes partidarios, se considerara, también, la candidatura del “Buqui”, situación que generó inestabilidad en las estructuras de mando conformada por agricultores y empresarios, los que al sopesar que la postura de Contreras Monteón estaba avalado por mayoría, buscaron negociar con éste, pidiéndole que depusiera sus intenciones de contender, bajo la promesa de cambiar de candidato; es decir, no sería ya Gallegos Campoy el abanderado, compromiso que el cetemista aceptó.

En su lugar, el consejo priísta nominó como aspirante a la presidencia, a otro agricultor: Gilberto Oroz Valenzuela.

Pero los seguidores del “Buqui” revocaron el compromiso que su líder había contraído, decidiendo impulsarlo hacia la alcaldía por el PRI, sin el PRI o a pesar del PRI; surgiendo mítines acalorados, reuniones constantes, prendiendo en la ciudad y el valle “El Contrerismo”, cuya llama constataban los habitantes citadinos con el paso de camiones de redilas repletos de gente que apoyaba al “Buqui”, gritando en su trayecto rumbo a la calle Chihuahua, en el centro de la ciudad, donde se encontraban las oficinas de campaña, o bien hacia la Plaza 18 de Marzo, espacio de sus mítines, el lema distintivo del movimiento -¡Viva Contreras!-lugares donde Rafael solía pronunciar encendidos discursos, en una lucha de PRI contra PRI.

El PRI, le cerró las alternativas y las puertas al líder popular, lo que obligó a sus seguidores a conformar el Partido Democrático de Cajeme –PDC-, registrando al “Buqui” como su candidato, convirtiéndolo en oposición franca al Revolucionario Institucional.

Las campañas fueron extremas, no solamente de ideas y actitudes. De tal manera que hasta en las proclamas partidarias se palpaba la efervescencia política, la definición de bandos, porque al escucharse, emitida por el priísmo, la frase de ¡Viva Oroz!, inmediatamente brotaban de ciento, miles de gargantas de hombres, mujeres, jóvenes y hasta niños, el grito ardoroso de réplica, “¡Viva Contreras!”, que sepultaba todas las voces antagónicas.

El Partido Democrático de Cajeme –PDC-, logró poner en las boletas a Contreras Monteón y su planilla. Y ante el arrastre del candidato –cuentan testigos de los hechos y se corrobora en testimonios escritos-, se volvía evidente el triunfo del PDC en las urnas.

El periódico Heraldo del Yaqui, fundado por don Manuel J. Zavala, y dirigido en esos días por el periodista y poeta Bartolomé Delgado de León, se había convertido en la voz del pueblo, y cada tarde se llenaban las calles Sinaloa y Nicolás Bravo, esquina donde aún perdura su edificio, a esperar la edición correspondiente, marcando historia junto a las notas de portada, la columna de Bartolomé, “Y dígalo que yo lo dije”, quien fue perseguido políticamente por su valiente labor ejerciendo la libertad de expresión y defendiendo sus ideas.

Llegó el domingo 6 de julio de 1958, día de la jornada electoral, volcándose la ciudadanía a votar. Cruzando masivamente las boletas del PDC con la planilla del “Buqui”. Pero presintiendo, a cada momento, la sombra del fraude, del reventón de urnas, como forma desesperada del partido oficial apoyado en todo por el gobernador Obregón Tapia, para revertir una tendencia que se sopesaba irrebatible: El triunfo del “Contrerismo”. Diario del Yaqui se había colocado al lado de Gilberto Oroz, es decir, del PRI.

Pero ese domingo en que se colocaba las fuerzas de dos partidos en la balanza –PRI-PDC-, afloró lo inevitable. La provocación que desataba iras contenidas. El arrojo de un ciudadano, Pascual Acuña Gallegos, quien en la casilla 10, ubicada frente al Hotel Kuraica, por las calles 5 de Febrero, entre No Reelección y

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Guerrero, buscó apoderarse de una urna para demostrar que ya estaban repletas de votos falsos, burlando el estrecho cerco policíaco-militar, siendo herido de muerte por la bala surgido del arma accionada por un soldado.

Dicha acción despertó la rabia ciudadana, quien arrebató otras ánforas en diferentes casillas, volviendo evidente al abrirlas que encerraban el fraude.

El 12 de julio renunció el alcalde René Gándara, intentando con esa acción calmar los ánimos enardecidos, entrando a su relevo el primer regidor, Antonio Valdez, quien en agosto inició el recuento de votos, favoreciendo el escrutinio al PRI. Y, ante las protestas por escrito del PDC y del Partido Popular, las urnas, las actas y demás documentación electoral fueron remitidas al Congreso del Estado, para su calificación.

Como consecuencia, el 10 de septiembre de 1958, el Congreso del Estado anuló las elecciones, y el 16 de septiembre tomó posesión un Consejo Municipal presidido por J. Encarnación Chávez, que, supuestamente, convocaría a nuevas elecciones. Evento que los “Contreristas” esperaban confiados se daría. Acto que nunca sucedió.

A partir de ese momento comenzó a un nuevo capítulo de la historia, donde hubo persecuciones, encarcelamientos y división política y social entre los cajemeneses…

Le saludo, lector.

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