El ocaso de la bata blanca.

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El ocaso de la bata blanca.

La bata blanca es la prenda que por antonomasia se ha relacionado con la medicina “moderna”, que tras los avances en ciencias básicas en el siglo XVIII, pero especialmente con el descubrimiento de los microbios a partir de la segunda mitad del siglo XIX, pasó de usarse en los laboratorios a ser la indumentaria de protección y estatus, para la atención de los enfermos en los nosocomios.

Tras más de una centuria de uso, la bata blanca se ha constituido en heraldo de diferenciación profesional, para algunos y en ocasiones, presuntuosa frontera de comunicación con los pacientes. Pero, por otro lado, habiéndose implementado inicialmente como elemento de protección, resulta ser contraria a esto. Se ha visto que es fuente de infección cruzada nosocomial y resistencia bacteriana que se incrementa con el tiempo una vez vestida tras su lavado, planchado y eventualmente esterilizado, al menos en su versión clásica con solapas, bolsillos y mangas sueltas hasta el puño. La bata entra en un dualismo conceptual cuando, creada como paradigma de la protección personal, se convierte en un protagonista ubicuo y potencial de la infección, no prevista en sus orígenes. Por esta razón, la bata blanca entra en crisis simbólica de representación. La indumentaria es diferenciadora de clase, que lleva atada una simbología histórica tácita, su estereotipo que en medicina lleva tan solo algo más de 100 años. Los códigos de vestir (dress code) responden a la necesidad de que la gente reconozca inmediatamente a alguien como perteneciente a un estrato, linaje, condición, jerarquía, labor, desempeño o profesión. Pero incluso hay diferencias en las preferencias entre pacientes y entre personal sanitario en cuanto a la forma, color, material y aspecto de la bata, encontrando, por ejemplo, que a las personas les parece más respetable e idóneo el médico cuyos bolsillos de la bata guardan pocas cosas. Algunas especialidades como la pediatría y la psiquiatría, por otro lado, prefieren no llevarla en razón del tipo de pacientes con quienes se relacionan. Aunque el hábito no hace al monje, la distinción que éste confiere facilita a engaños, como lo demostró Frank Abagnale (representado por el actor, Leonardo Dicaprio), un adolescente que por cinco años de manera fraudulenta, voló como piloto en tránsito en viajes de cortesía en la compañía aeronáutica Pan Am, ejerció la abogacía y practicó la Pediatría en un hospital de Georgia, USA, sin ninguna instrucción al respecto pero amparado en el cuidado de sus códigos de vestuario. Pero en temas disciplinares y en el área académica, la bata blanca es un signo de formación e idoneidad siendo hoy parte de la indumentaria laboral de profesores en la educación media, de ingenieros en las fábricas, pero también del jefe de patio en los talleres de mecánica y de los carniceros, de los cuales la Medicina ha intentado siempre separarse. Décadas atrás, en algunos sistemas de salud e instituciones, se recomendó no usarla, o quitársela y “colgarla afuera” antes de examinar al paciente, o eliminar mangas y bolsillos, o arremangarla hasta el codo, bare-below-theelbows policy, e incluso impregnarla con sustancias antimicrobianas. Pero la fuente de contaminación cruzada se ha identificado también en otros fomites cotidianos en el ejercicio médico, como el estetoscopio, la corbata, los relojes, la joyería y los bolígrafos utilizados en las prescripciones. Es decir, el uso general de la bata en la atención a los pacientes, así como otros elementos de la indumentaria en el contacto profesional, tienden a ser cada vez más restringidos, especialmente si la contaminación cruzada de estos afectan las condiciones clínicas de los pacientes.

No obstante de lo anterior, pacientes y médicos de diferentes culturas y edades prefieren ser atendidos o atender de bata blanca, sobre todo si se luce inexperto o muy joven. Sin embargo, cuando se explica el riesgo infeccioso inherente, dicha preferencia cae significativamente, es decir, para la mayoría el riesgo infeccioso de la bata supera su eventual fuerza simbólica. En la idea de que la esencia médica va más allá de la bata, los deseos de los pacientes se extienden a otras formas de la etiqueta en los trabajadores de la salud, como el cabello, barba y bigotes arreglados, el no uso de sandalias abiertas o zapatos tenis, piercings o tatuajes en lugares visibles a cultura de la bata blanca se encuentra amenazada dada la pérdida de su significado y utilidad intrínseca con la cual fue originalmente concebida y utilizada. ¿Se acerca su fin?

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora

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