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El “síndrome del recomendado” es la consecuencia de muchas buenas intenciones que, de manera involuntaria, se acompañan de una actuación poco acertada. Por desgracia, que los buenos deseos no siempre vengan acompañados de buenos resultados, o como dice la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.

 

En un hospital de la mancha, Erik “N” pidió el favor a un directivo de revisar a una paciente con Lupus. El lupus es una compleja enfermedad que precisamente se le conoce como “La gran simuladora”, sin embargo cuando ya está diagnosticada es imperativo que no tenga actividad que puede ser desencadenada ya sea por luz solar o falta de tratamiento. Erik “N” acudió con su paciente y se le otorgó la atención incluso por delante de las personas que hacían fila, de hecho ese día no tenía cita ni contaba con documentos previos que usualmente se solicitan en un hospital público de segundo nivel. Aún sin eso se consultó. Posterior a su consulta, acudió a ese mismo nosocomio donde no contaban con los laboratorios solicitados para poder avanzar, y tampoco contaban en farmacia con el medicamento otorgado por el médico tratante (que pausó su consulta, para revisar al “recomendado”) y fue aquí donde Erik “N”, manifestó su inconformidad. ¿De quién fue el error? ¿El médico? ¿El hospital? O ¿quién pidió el favor? En el “síndrome del recomendado” se podría definir como la aparición de complicaciones no habituales y de imprevistos, muchos ellos difíciles de explicar, en pacientes concretos en los que la intención es llevar a cabo una atención más esmerada y personalizada ya que son personas de mayor renombre o han sido recomendados por motivos de posición social, fama, parentesco, etc. En los “recomendados” se procura a dar la misma atención pero con más esmero. Esto no debería contraponerse con el imperativo de aplicar el criterio de justicia en el trato con todos los pacientes. Existennumerosos factores de la práctica clínica habitual que facilitan la manifestación de este síndrome. Pueden ser debidos a la actitud del propio paciente, el empleo inadecuado de los recursos sanitarios, la falta de un buen registro de datos en la historia clínica y el cambio en la conducta habitual en el uso de los medios diagnósticos y en el tratamiento de estos enfermos. Es preciso tomar conciencia de esta realidad para poder ir corrigiéndola, poco a poco. El medio más eficaz para prevenir el “síndrome del recomendado” es llevar a cabo una práctica clínica fundamentada en unos conocimientos clínicos sólidos. Y, a la vez, intentar mantener las líneas de conducta habituales, similares a las que se tiene con los demás enfermos. Dentro de sus causas están la solicitud de una atención especial por parte de los pacientes, el mal empleo de recursos, la mala calidad en el registro de datos, una fragmentación de la historia clínica, ausencia de liderazgo en el personal sanitario, exceso de estudios diagnósticos, omisión de estudios habituales y un tratamiento inadecuado. Los pacientes rechazan incluirse en la “rutina” de la práctica habitual. Las propias características del paciente, con el interés y el esmero que provocan, hacen que los sucesos que en otros enfermos se asumirían como “normales” (retrasos, olvidos, extravíos, problemas de comunicación) en este caso se vean agrandados, como un “efecto lupa”, y se sientan más relevantes. En cuanto a la utilización de los recursos, se atiende a estos pacientes fuera del lugar y horario habitual (en el pasillo, en la guardia, etc.), sin disponibilidad de los recursos habituales. Las citas para consultas y estudios complementarios se realizan de palabra, con lo que queda a la memoria y buena voluntad de los pacientes. 

 

Se sale de la rutina habitual, lo que puede llevar a omitir pasos importantes para la orientación diagnóstica y el tratamiento. Si precisa hospitalización, se busca una sala de mayor comodidad, pero no de acuerdo a la complejidad del paciente. En cuanto al accionar médico, falta una dirección explícita en la conducta clínica. No se identifica un responsable último. A esto se añade una mayor sensación de sentirse observado, “examinado” por parte del paciente y de otros colegas. Intervienen, opinan, colaboran y, en más de una ocasión, dirigen el tratamiento varios médicos de manera simultánea. Unos por obligación, otros por motivo de relaciones familiares o de prestigio, algunos por solicitud del paciente o la familia y un buen número por el mero deseo de colaborar. Se desglosa la patología y diferentes especialistas manejan cada uno de estos problemas. Con frecuencia no hay una comunicación adecuada, falta una persona de referencia y, con ello, una orientación común. Las líneas de actuación son variadas e incluso contradictorias, porque se marcan al ritmo de la inspiración de los médicos, fuera de los protocolos habituales. Sin embargo, estos comentarios pueden aportar una visión sesgada, ya que quien los pronuncia desconoce al paciente y no asume responsabilidades directas.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora

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