Durante excavaciones en el fuerte romano de Magna, al norte de Inglaterra, arqueólogos realizaron un hallazgo inesperado: un enorme zapato de cuero, sorprendentemente bien conservado tras casi 2,000 años bajo tierra. La pieza fue encontrada en una zanja defensiva conocida como “rompe-tobillos”, utilizada por los romanos como trampa militar para incapacitar a soldados enemigos.

La estructura donde se halló el zapato formaba parte del sistema de defensa de la frontera del Imperio Romano en Gran Bretaña. Estas zanjas, diseñadas para permanecer ocultas bajo el barro y el agua, provocaban lesiones graves a quienes las pisaban sin saberlo. Rachel Frame, directora del Proyecto Magna, explicó que este tipo de estrategia era común en los fuertes romanos de la región.
El tamaño del zapato sorprendió al equipo de arqueólogos y voluntarios: mide 32 centímetros de largo, lo que equivale a una talla 48 europea. Este inusual hallazgo ha llevado a especular sobre el físico de quien lo usó, generando tanto asombro como nuevas preguntas sobre la diversidad corporal dentro del ejército romano.