El sufrimiento de miles de familias, como consecuencia de los sismos del 7 y 19 de septiembre, es indecible. Nadie permanece ajeno a esta tragedia, donde de nuevo brota la solidaridad del pueblo de México, a quien entrego un grano de luz desde el Valle del Yaqui
Sismo
(Poema de Bernardo Elenes Habas)
Un día, el viento y sus presagios
regresaron.
Repasaron con la mano del tiempo
el pecho de la tierra.
Se metieron entre el fuego
de volcanes.
Impactaron el secreto de las grutas.
Hicieron que el hombre
cayera de rodillas.
Un día, después de la canción
deshojada por las horas,
lloró a mitad de la mañana.
Llegaba subterráneo
el grito de los siglos,
sacudiendo las sombras,
la distancia,
fracturando el horizonte
con el gorjeo estremecido
de las aves.
Un día,
el destino estricto, inconmovible,
Se bebió la tormenta
y sus relámpagos,
arribó al punto exacto
de un calendario oscuro,
para oficiar de nuevo
la liturgia del dolor
y de la muerte…
Un día, brotaron del silencio
las manos extendidas de la gente,
buscando resarcir
el hilo quebrantado de la vida,
enviar sorbos de fe entre
los escombros,
donde palpitaba un corazón
sin esperanzas,
resignado a morir
sin ver los colores de la aurora,
sin sentir el sol entre las manos,
las lluvias en el rostro, en el alma…
Un día, llegaron tras el ruido
metálico de palas,
por el resquicio apenas perceptible,
la luz de las palabras,
repitiendo incesantes…
¡No están solos…!
¡No están solos…!
¡No están solos…!
como una multitud de voces solidarias…
Un día…
(Fotos tomadas de internet)
Septiembre 21 2017.