Mientras México se prepara para la celebración del Día de Muertos con sus tradicionales ofrendas, papel picado y pan de muerto, la temporada de otoño también trae consigo el resurgimiento de mitos ancestrales. Esta fecha mágica, en la que se cree que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se adelgaza, es el momento ideal para recordar leyendas que van más allá de los seres queridos que ya partieron.

Además de figuras icónicas como La Llorona o El Charro Negro, una leyenda menos conocida, pero profundamente escalofriante, resurge con la proximidad de la festividad: la de la Tlahuelpuchi. Esta figura, originaria del folclore náhuatl, estremece incluso al más escéptico y su historia se niega a desaparecer de los susurros en pueblos y callejones.
La Tlahuelpuchi es descrita por la leyenda como una especie de bruja vampiro. Se cree que este ser posee la aterradora capacidad de transformarse, con versiones que señalan que puede convertirse en bolas de fuego, aves o niebla. Su principal objetivo es alimentarse de la sangre de recién nacidos, especialmente de aquellos que no han sido bautizados, lo que añade una capa de misterio y temor en las comunidades.
Según el folclore, lo más inquietante de la Tlahuelpuchi es su doble vida. Durante el día, puede vivir como cualquier otra persona, llevando una existencia aparentemente normal e integrada en la comunidad. Sin embargo, al caer la noche, abandona su forma humana para llevar a cabo rituales oscuros y saciar su incesante sed de sangre.