La esperanza se diluye. La honestidad valiente de Andrés Manuel López Obrador pasa, en Sonora, por la integración al proyecto de Morena, de personajes de oscura trayectoria y algunos, iconos de la corrupción del pasado sexenio padrecista, como Alfonso González, Sergio Gutiérrez Luna y el Pollo Castelo, por mencionar algunos.
Triste la disyuntiva de la izquierda sonorense, específicamente la de Morena, donde hay que reconocer participan respetables ciudadanos ligados a la política, la actividad empresarial, la academia y la cultura pero que, todo pinta para que se mantengan en la marginalidad testimonial, en sus condenas a la ‘mafia del poder’ y sus acres críticas al ‘PRIAN’, de donde se está nutriendo el proyecto de Morena en Sonora.
Alfonso Durazo Montaño, el hombre de todas las confianzas de Andrés Manuel en Sonora, es sin duda un tipo brillante. Próspero empresario, avezado político que se desprendió del PRI cuando ‘las balas del odio’ segaron la vida de su amigo Luis Donaldo Colosio, y se pasó al foxismo en aquellos años del ‘voto útil’ que llevaron al guanajuatense a la presidencia de la República, para después migrar a la izquierda perredista y posteriormente al morenismo del Peje, hoy es el principal responsable de acuerpar ese proyecto.
Y lo está haciendo con gente buena, pero también, con exponentes muy representativos de la corrupción tanto del PRI como del PAN.
Nadie puede negar que hoy por hoy, Andrés Manuel López Obrador encabeza las preferencias para hacerse de la presidencia de la República en 2018. A un año de distancia, igual las encabezaba en 2006 y 2012, pero no llegó. El PRI y el PAN, en su faceta de amantes clandestinos que se aborrecen en público pero se besuquean en lo oscurito, le cerraron el paso, como lo hicieron con Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, 1994 y 2000. Por las buenas y por las malas.
Hoy, Morena es un fenómeno político en el plano nacional y sus posibilidades de gobernar el país son muy altas. Los malos gobiernos del PRI y del PAN sin duda son el principal acicate para la alternancia, pero la incertidumbre es un elemento a considerar.
No tiene que ver con la reedición de aquella guerra sucia en la que se proyectaba a López Obrador como “un peligro para México’, que hoy canturrean tomados de la mano y dando saltitos por las redes sociales los panistas y priistas. No. La incertidumbre tiene que ver con la gente que acompañaría a López Obrador en caso de llegar a la presidencia.
Al menos en Sonora, las fuerzas que ha estado sumando Alfonso Durazo tienen un tufillo despreciable en varios casos.
Alfonso González es un acaudalado empresario que tuvo su sexenio de gloria con Guillermo Padrés. Originario de Cananea, como el ex gobernador, fue uno de los empresarios divinos del padrecismo, que todavía mantiene vínculos con el gobierno estatal, concretamente en la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano, a través de Juventino Quintana, subsecretario en el padrecismo, que repitió en el actual sexenio.
En ese mismo sentido, es un hecho confirmado. El ex secretario de Seguridad Pública de Guillermo Padrés, Ernesto Munró Palacio, ya tiene a su equipo trabajando a favor de la candidatura de Andrés Manuel. Se debe reconocer que Ernesto Munro fue uno de los funcionarios del padrecismo que salieron menos raspados de su gestión, e incluso su trabajo fue reconocido por el actual secretario de Seguridad, Adolfo García Morales.
Pero no es lo mismo enterarse de que Sergio Gutiérrez Luna, el mismísimo implementador del Nuevo Sistema de Justicia Penal en Sonora, el mismo que tiene un expediente en la Fiscalía Anticorrupción pues al parecer desvió más de 80 millones de pesos, destinados a ese programa, a campañas electorales del PAN; hoy es representante de Morena en el instituto electoral del Estado de México. Una ficha del mapacherismo panista al servicio del Peje.
O referirse a un personaje como El Pollo Castelo, que en Cajeme es referencia obligada cuando se habla de corrupción e impunidad, ahora al servicio de la causa de la izquierda sonorense, concretamente de la izquierda que apoya al Peje, es como para poner los pelos de punta.
Y con “El Pollo” van otros panistas de menor rango en la escala de la corrupción, que ahora están sumados a la causa de Morena, al lado de conspicuos representantes de movimientos sociales y organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la emblemática CNTE que se mueve entre Ayotzinapa, la revolución socialista y la dictadura del proletariado, siempre y cuando el billete de la corrupción padrecista le sirva para financiar la campaña de Morena que, aunque no haga la revolución,, sí les garantiza cotos de poder en la nómina gubernamental.
¿Pragmatismo electoral? Creo que va más allá de eso. Estamos ante el desdibujamiento de las ideologías. La difuminación de los principios en aras de las zonas de confort para una izquierda huizachera que ya le agarró sabor al erario y a la guerra contra el PRI y el PAN corruptos, represores, fascistas y malditos, siempre y cuando se nieguen a abrirles un campito en sus negocios.
El Peje y Alfonso Durazo tienen claro que el fin justifica los medios. Y si para ello hay que integrar a, por ejemplo, Samuel Moreno Terán, el que todavía se ostenta como el representante plenipotenciario de Manlio Fabio Beltrones en Sonora, pues hay que hacerlo, qué caray.
Si en la suma se agrega Carolina Lara, la diputada panista a la que defenestraron de la bancada por avalar políticas del gobierno priista, no importa. Alfonso Durazo ya está en pláticas con ella, y ella tiene muy claro que será candidata a una diputación federal y que hará morder el polvo a los panistas. Personalmente, no lo dudo, especialmente porque Carolina es una mujer muy inteligente y se ha forjado una carrera en la política, bastante consistente para fines electorales.
Cuando le pregunté a la diputada sobre sus coincidencias con Morena, con el Peje, específicamente, me contestó que no había ninguna. Que sigue considerando al Peje un peligro para México. Pero bueno, el pragmatismo es la madre de todos los bailes.
Por esas mismas razones, veremos dentro de poco tiempo a todos esos que se manifestaron ayer quemando piñatas de Peña Nieto en el desfile del primero de mayo, trabajando en las campañas de los panistas y priistas que en breve veremos en las filas de Morena.
Si alguien, entre las escépticas lectoras, los desencantados lectores, se pregunta por qué en México se ha perdido la fe en la clase política, nada más tiene que asomarse a lo que está sucediendo en Sonora.
Por cierto, mi compa Rodrigo Bours Castelo, empresario socialista también está involucrado en la causa de Morena en Sonora, coincidiendo en esa lazada por democratizar la vida pública, con la CNTE y otros amigos que están hartos del PRI y del PAN y que para derrotarlos, tejen alianzas con priistas y panistas. Pues qué caray. Así está la cosa.
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