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Sacuden al país grandes contrastes.- Y, como diría Carlos Fuentes en 2012, muy pequeños los candidatos para los grandes problemas de México.- Es evidente, desde ahora, una lucha de intereses, en la que ya se erige en brazo armado el Consejo Coordinador Empresarial

Bernardo Elenes Habas

Carlos Fuentes, escritor prolífico y de aguda capacidad crítica, social y política, murió el 15 de mayo de Carlos Fuentes, escritor2012.

Ese mismo año -enero-, al ser entrevistado en Colombia, dijo y sostuvo (cuando asomaban ya los pretensos a relevar a Felipe Calderón), que los aspirantes a la Presidencia de la República en México, son “muy pequeños” para los grandes problemas que sacuden al país.

Eran tiempos de precandidaturas, y el PRI perfilaba a Enrique Peña Nieto. El PRD le apostaba, nuevamente, a Andrés Manuel López Obrador. Y en el PAN, se disputaban la bandera Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero y Santiago Creel, quedando, finalmente, la dama.

-La situación política se va a complicar, porque los problemas son muy grandes y losEnrique Peña Nieto, presidente candidatos son muy pequeños –reiteraba el autor de La muerte de Artemio Cruz.

Nadie tiene la solución a los problemas, decía ante los periodistas. Aunque reconocía que “quizás Andrés Manuel López Obrador, asesorado por gente buena, podría enfrentar ese reto histórico”.

Sopesaba, pues, el novelista, hace 6 años, que el tejido político en México, en todos los partidos, mostraba fuerte degradación, sin que se volviera evidente el forjamiento de nuevos líderes. Luchadores sociales comprometidos con sus comunidades. Hombres y mujeres capaces e inteligentes, conocedores del pasado del país, como punto de referencia para construir el futuro, porque, hasta donde se podía sopesar, prevalecía en Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador,candidatoErnesto Cordero Arroyo, Santiago Creel, un pragmatismo superficial, sin que hubieran mostrado en su devenir como funcionarios y representantes populares, el conocimiento del México histórico y social profundo. La definición de un proyecto de nación forjado en los grandes temas que les preocupan a la sociedad.

Hoy la historia parece repetirse, porque prevalece la personalidad de tecnócratas en José Antonio Meade y Ricardo Anaya. Y de nuevo está presente, desde Morena, López Obrador, enfrentando al poder económico y político del país, contrastando su visión social con la de sus antagonistas, porque no está anclada en los fuertes grupos empresariales, consorcios televisivos, núcleos mediáticos hermanados con la estructura del Gobierno de la República que ya dispuso, como su brazo armado, al Consejo Coordinador Empresarial, que abrió un bombardeoJose Antonio Meade flotantedespiadado en defensa no de la sociedad en general, no de la fuerza de los trabajadores y gente del campo que mueven a México, sino de intereses de grupo perfectamente identificados.

No se equivocó, pues, Carlos Fuentes hace 6 años, cuando sopesó que los aspirantes a dirigir los destinos de la nación, eran rebasados en sus aptitudes para enfrentar los grandes retos presentes y futuros; mostrando incapacidad para un cambio profundo, real, colectivo. Aspirando a gobernar con el proyecto de un sistema caduco, anquilosado, egoísta y fincado en la corrupción, como ahora podría deducirse del paso por la presidencia de la República de Enrique Peña Nieto, cuya visión de Patria careció de pluralidad, de distribución equitativa de la riqueza (sin que esto signifique arrebatar bienes y fortunas a quienes gozan de lo superfluo, sino de generar alternativas justas para que los muchos accedan a oportunidades de progreso bajo la premisa de la heredad histórica de México).

Se comprueba que la práctica política, sin ideas nuevas y fortalecidas, sin capacidad, por parte de los partidos y sus dirigentes para exponerlas y contrastarlas en el debate común de la sociedad, y sin el valor y la madurez de la congruencia de sus actores, ésta se convierte en simulación, engaño, enfermedad de poder.

Hoy, desgraciadamente, la sociedad civil está siendo testigo, una vez más, de los antivalores que se conjugan en una actividad que debería ser camino y luz para impulsar la democracia, darle el valor que merece y radicarla como un principio fundamental, en la conciencia de la gente.

Le saludo, lector.

 

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