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Tres especies de aves rapaces australianas, el milano negro (Milvus migrans), el milano silbador (Haliastur sphenurus) y el halcón berigora o pardo (Falco berigora), han sido observadas incendiando la maleza para aprovecharse del fuego. Según un estudio publicado en Journal of Ethnobiology, los animales toman palos ardiendo en los fuegos forestales y en sus picos o patas los transportan a otro lugar, con la intención de provocar otro incendio que haga salir a posibles presas.

Para llevar a cabo su investigación, el equipo de etnólogos entrevistó a decenas de testigos presenciales que han visto a estas aves recoger maderas ardientes y trasportarlas a veces sirviendo de puente para que el fuego cruce ríos, trabajando solas o en cooperación. Los testigos pertenecen a 12 grupos de aborígenes, bomberos y trabajadores de la sabana.

Los testimonios sugieren que los pájaros actúan de este modo cuando el fuego queda limitado por obstáculos naturales, como ríos, o cuando se estabiliza por la intervención humana.

“He visto un halcón que recogió un palo en sus patas y lo arrojó en un sitio con pasto seco a más de medio kilómetro, luego esperó con sus compañeros el éxodo de roedores y reptiles”, cuenta uno de los aborígenes, Waipuldanya, en un viejo libro sobre el tema.

Según los autores, este descubrimiento no solo tiene implicaciones ornitológicas, sino que conocer el comportamiento de estas aves, ayudaría a controlar la expansión de los incendios forestales. De igual manera, estudiar ese fenómeno podría contribuir a comprender la evolución de las sabanas tropicales.

Muchos animales grupales tienen un centinela para defenderse de los depredadores. Mientras los demás miembros del grupo se ocupan de sus quehaceres, este emite gritos de alarma cuando acecha el peligro. Aunque este comportamiento es, aparentemente, altruista, ornitólogos israelíes demostraron que la aparición de un centinela en una bandada de aves puede ser al mismo tiempo una conducta egoísta bastante común, ya que el patrullaje solo resulta útil para el propio centinela. El artículo de la investigación fue publicado por la revista Royal Society Open Science.

Fuente: elespectador.com

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