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Crónicas para la historia (50).- Cajeme cumple hoy 91 años de luchas sin treguas como Municipio.- El alcalde Sergio Pablo Mariscal Alvarado, entrega a nombre de pueblo y gobierno, la presea de Ciudadano Distinguido a Jesús Chávez Beltrán, hombre de raíces campesinas, promotor del reparto de 1937 al lado del Machi López

Bernardo Elenes Habas

La idea deslumbrante de convertir la comisaría de Cajeme, dependiente de Cócorit, en Municipio, maduraba desde antes de 1925 en los proyectos de un grupo de políticos afines al General Álvaro Obregón.

Cajeme Estacion Bandera 1907Éste, el General de mil batallas, vislumbraba el crecimiento de Cajeme, desde los años 20, cuando fue socio del primer molino arrocero en la naciente comunidad.

Posteriormente fue presidente de la República (1920-1924), y al concluir su mandato decidió venirse con su familia a la región del Mayo, en 1924. A los pocos meses fincó su residencia en Cajeme, donde ya invertía en algunas empresas y se constituía, también, en voz decisiva en aspectos políticos y económicos, cuando la comunidad tenía categoría de Congregación.

Fundó, como su hogar, la Hacienda Náinari en terrenos ubicados al poniente del núcleo poblacional, en las cercanías del bacerán natural de lo que sería, con el transcurrir de los años, laguna del Náinari.

Desde ese tiempo, la gente de Obregón Salido, es decir, Ignacio Ruiz, quien sería, al paso de los años primer comisario yCajeme Comisaria 1925.- primer alcalde de Cajeme, junto con Eduardo Gaxiola, Ignacio Mondaca, Carlos Mízquez, Alejandro Méndez Limón (integrantes, en su momento, del primer cabildo), convertir Cajeme en Municipio, alentados por el General, quien hacía gestiones a nivel nacional con el presidente de la República Plutarco Elías Calles, y por supuesto, en la Entidad, donde su palabra era definitiva.

El objetivo no era fortuito, sino con un claro trazo hacia el futuro inmediato, a los que se sumaban la empresa del Ferrocarril Sud Pacífico en sus programas encaminados a expandir sus ramales hacia el sur, y la Compañía Irrigadora del Yaqui, que ya nacionalizada trazaba el vertiginoso futuro de los extensos llanos donde, otrora, Cajeme Primer Ayuntamiento 3tenían grito y galope las partidas de yaquis rebeldes que defendían heroicamente su Nación, acechada desde siempre por los yoris.

Así, llegaron a la región gente de otros países, como Estados Unidos y Alemania, pero también hicieron raigambre familias de algunos Estados y de la sierra, Quiriego, Nuri, Tesopaco, Sahuaripa, como alguna vez me lo platicó don Melchor Soto Galindo, en junio de 1977:

“Bajamos de todos los pueblos de la sierra, de todo Sonora, por ejemplo El Quiriego, Nuri, Sahuaripa, Tesopaco, Bacanora, Ures, Hermosillo. Nosotros los Soto Galindo de Bacanora; Luis Antillón de Nuri; los Parada y los Bórquez del Quiriego. Toda esa gente con las mismas intenciones, con los mismos sueños y ambiciones. ¡Y se fajaron muy macizo!”.

Y Cajeme se erigió en Municipio

Un viejo camino de herradura, por donde transitaban agricultores y trabajadores del campo, desde Cócorit, Bácum y poblados de la sierra, con rumbo al Valle del Yaqui, en los albores de 1900 y antes, es el horizonte primario lleno de sol y soledades, de lo que sería, con el tiempo, Cajeme.

Quizás, nadie de los que diariamente utilizaban ese rústico sendero, llegó a imaginar que las extensas llanuras que inundaban sus ojos con cielo y el perfil de la sierra al oriente, se convertiría, alguna vez, en asentamiento humano.

En los años 1906, 1907, asomaron las vías del tren, provenientes de ramales del norte, creando Estación Corral y Estación Esperanza, porque sobre rieles, en furgones movilizados por los poderosos motores de vapor del ferrocarril, llegaba el progreso, como decían los antiguos pobladores de esas latitudes.

Mi abuelo materno Nacho Habas, quien había nacido en 1900, llenaba mi imaginación infantil, con extensas narraciones, diciéndome que a los siete años de edad, al pasar con sus padres a lomo de caballo o en carreta tirada por mulas, desde Cócorit a trabajar al Valle, veía las carpas y a los obreros de la empresa Sud Pacífico extendiendo la “punta de fierro” hacia el sur. Excavando un pozo para abastecer de agua al tren a su paso. Construyendo una casa de madera. Generando una distracción en la soledad del monte.

Hoy, al celebrar con júbilo los 91 años de Cajeme como Municipio, vislumbro que su verdadera raíz, se extiende más de 20 años atrás del momento solemne en que el entonces gobernador de Sonora, Fausto Topete Almada, decretase la Ley Número 16 (noviembre de 1927), que lo transformó de Comisaría en Municipio, cuando aún la comunidad tenía aroma rural y por su cielo límpido cruzaban miles de aves que se convertían en espectáculo natural de sus moradores.

Un pozo y una casita de madera

Los viejos fundadores lo recuerdan. En sus apuntes solariegos, historiadores y cronistas como Claudio Dabdoub Sicre, Oscar Sánchez Márquez, Miguel Mexía Alvarado, Rogelio Arenas Castro, Mayo Murrieta, José Escobar Zavala, dejan testimonio de que fue en 1907, cuando debido a los planes de extensión de los ramales del Ferrocarril Sud Pacífico, se propició el nacimiento de Estación Corral y de Esperanza, perfilando diez kilómetros al sur de esta última población, un pozo que abastecería de agua a las máquinas del tren, donde se construyó también una casita de madera que cumplía como oficinas del Jefe de la Estación de Bandera, denominada Cajeme, siendo sus primeros operadores Bert Cameron, Emilio Estrella, y posteriormente Lauro Servín de la Mora.

Cinco años después, personajes como Federico Seaman, Rodolfo Scott Tobie, y Pablo Kuraica, construyeron los cimientos de la comunidad, al abrir un embarcadero para ganado, comercios, hospederías, y expendios de bebidas e implementos de labranza, en torno a la Estación de Bandera, donde los habitantes de Cócorit, que era entonces cabecera municipal, al cruzar por la brecha de herradura hacia el Valle, se detenían para forjar sus sueños visionarios en los nacientes comercios, como me lo platicaba mi abuelo Nacho, quien ya adulto, fue mayordomo en la Hacienda La Realidad, frente al Campo 3, cuando era propiedad del norteamericano Jimmy Ryan.

Así, con el transcurrir de los años, de 1907 a 1912 y 1917, comenzaron a erigirse pequeñas casas, surgiendo los trazos de las primeras calles frente a la Estación, de tal manera que esta tierra antes inhóspita, por donde varios años atrás cruzaban, levantando polvaredas con sus caballos, partidas de yaquis rebeldes y soldados federales en franca guerra, se convirtió en Congregación.

Testimonios de historiadores

El crecimiento del naciente núcleo de población –establece en su libro Historia de El Valle del Yaqui, Claudio Dabdoub–, fue vertiginoso, siendo así que en 1925 ya contaba con 450 habitantes, y se forjaban nuevos negocios como un molino para arroz, instalado por los agricultores H. F. Brunk, Jimmy y W. A. Ryan (cuyas dos hijas, ya de la tercera edad, visitaron Cajeme hace más de quince años, procedentes de Estados Unidos), bajo la razón social de “Yaqui Valley Rice Associattion”, que se convertiría posteriormente en Cía. Molinera del Río Yaqui.

Ese mismo año, como resultado del crecimiento inusitado que registraba la Congregación, se le dio nivel de Comisaría, en la que fungió como su autoridad principal Ignacio Ruiz Armenta, quien, de comisario, pasó a encabezar el Primer Ayuntamiento Constitucional de Cajeme, por decreto de la Ley No, 16 emitida el 29 de noviembre de 1927 por el gobernador Fausto Topete Almada, llevando como regidores a Joaquín R. Ibarra, Ignacio Mondaca H., Carlos H. Mízquez, Eduardo C. Gaxiola, Francisco J. Rodríguez y Alejandro Méndez Limón (padre del ex diputado local y ex agente fiscal del Estado, Fructuoso Méndez Valenzuela, El Tocho), rindieron protesta ante el diputado local Alberto J. Moreno, el 1 de enero de 1928, comisionado para tan solemne e histórica ceremonia, por Topete Almada. Así, nació este pueblo…

Jesús Chávez Beltrán, ejidatario

Como parte del jubileo de los 91 años de Cajeme, es una tradición la entrega de la presea “Ciudadano Distinguido”, con la que se rinde homenaje a quienes han marcado con su vida y sus obras, el desarrollo de la comunidad, heredando valores, principios, su amor por la ciudad y sus habitantes con acciones legítimas y desinteresadas.

El galardón 2017, le fue concedido por una comisión evaluadora y ratificado por Cabildo, al presbítero Rogelio López Román, cuya trayectoria en beneficio de Cajeme, de sus jóvenes de ayer y de ahora, a través del arte, la cultura, la música, la trascendencia de la solidaridad humana con las misiones a la sierra, se convierten en testimonio vivo de la vocación llena de amor de un sacerdote.

Hoy, el homenaje es para un campesino surgido de la tierra misma. Ejidatario del Campo, 5, Valle del Yaqui, dotado en 1937 por el General Lázaro Cárdenas: Jesús Chávez Beltrán, quien entregó su fortaleza, capacidad de lucha e ideas sociales, al colectivismo ejidal, al lado de Maximiliano R. López, El Machi.

Durante la ceremonia de clausura del Festival Tetabiakte, gala conmemorativa de la fundación del Municipio, don Jesús, con sus 101 años de dignidad combativa a cuestas, recibirá, junto con familiares y amigos, el reconocimiento del pueblo de Cajeme representado por el alcalde Sergio Pablo Mariscal Alvarado y su esposa Margarita Vélez, para que la luz de sus convicciones sigan alumbrando y marquen la ruta promisoria de la Cuarta Transformación, la que esperó y por la que luchó toda su vida el homenajeado.

¿Cómo no manifestar mi admiración a un hombre que, sin pedir nada a cambio, ofrendó su juventud, su madurez, su sabiduría rural, desmontando con manos anónimas las parcelas de la solidaridad humana y echando en ellas, la semilla de la convicción para que la tierra fuese de quien la trabaja?

(Fotos de internet: No. 1.- Estación de Bandera Cajeme, 1907. No. 2.- Comisaría de Cajeme, 1925. No. 3.- Primer Cabildo de Cajeme, 1928).

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