Poema de domingo.- El tiempo se hace viejo. Sus vientos de enero saturados de nostalgia, recorren los surcos del recuerdo en el transcurrir de la vida y de la muerte. Asoma la bahía de Guaymas, sus muelles y su aroma a espigas de sal marina. Luego, el Valle del Yaqui, enciende con el sol redondo y colorado cayendo en la labranza, la fogata rural desbrozando caminos del ayer.
Él se llamaba Juan. Tenía por patria el mar y la sierra, cuando lo besaba la brisa salobre de la vida. Obedeció el rumbo de la rosa de los vientos, que lo trajo a Cajeme, donde aprendió la canción rural de los ejidos, y el rumor de una ciudad que abría sus ojos somnolientos al progreso.
Ahí, dejó semilla…
Bernardo Elenes Habas
SEMILLA
Yo provengo de ti,
soy tu semilla.
sin límites ni tiempo.
Yo vengo de tu ser,
de tus historias tristes,
de lámparas insomnes
llorando tu nostalgia.
De sentir en las manos
relámpagos de agosto.
De asomarme a los sueños
desde el sol de tu sangre.
Yo provengo de ti,
soy tu semilla…
Navegabas la vida
sin más Oriente que tus sueños,
sin más distancia
que tu nombre,
lanzando tus redes a los astros.
La noche jugaba
con tus manos,
aves acribilladas de lluvias
y de sombras…
Tu barca era tan sólo
la esperanza.
Desafiabas tiempos secuestrados,
horizontes inéditos,
gaviotas bebiendo el infinito
donde las constelaciones
trazaban tu ruta
hacia el principio
o el final
de la nostalgia…
Yo provengo de ti,
soy tu semilla.
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