El Diario, hijo mayor de Jesús Corral Ruiz.-

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Bernardo Elenes Habas

El Diario, hijo mayor de Jesús Corral Ruiz.- La barca de tinta y papel sigue navegando, pero ya sin la luz y potestad de su fundador.- “El periodismo es tarea irrenunciable, no sólo se ejerce, se vive”, decía don Jesús, quien jamás se jubiló y siguió escribiendo hasta un día antes de su partida, el 3 de diciembre de 1993.

Bernardo Elenes Habas

La mañana fría del 9 de abril de 1942, Jesús Corral Ruiz, sembró en el corazón del Valle del Yaqui y de Sonora, la espiga plural de sus ideales.

Cajeme, como todavía se conocía a la incipiente Ciudad Obregón, a pesar de haberse decretado oficialmente ese nombre en 1928, despertó con un nuevo pregón en sus calles desnudas.

Los niños de entonces, descalzos y con el corazón alborozado por su primer día de trabajo, lanzaban al aire limpio de un pueblo sin malicia, conformado por gente de trabajo y de sueños colectivos que remontaban el horizonte azul, el nombre del periódico que sería, desde ese jueves diluido en la distancia y en los años, núcleo y luz, espacio y vida, parcela de ideas y de luchas dimensionales en el sentimiento de los cajemenses:

“¡Diario del Yaqui!, ¡Diario del Yaqui!”, gritaban con voz aguda Alfonso Flores, Antonio Solórzano, Raúl Larrazola, Rodolfo Ortiz, Servando Borbón, Silvino Flores, y otros niños y adolescentes del ayer, quienes grababan en el ambiente aún rural de la comunidad, en el sentimiento generoso de las familias y en la memoria solariega, un hecho que ahora es historia: el nacimiento, hace 79 años, del Diario.

Ese abril de 1942, la primavera mostraba su esplendor, con clima agradable durante el día y frío por las noches y al amanecer. Cajeme -Municipio desde hacía 15 años-, despertaba al progreso, y su cabecera, Ciudad Obregón, abría la bondad de sus raíces campesinas, pero también la aportación de otras costumbres por parte de familias extranjeras provenientes de varios países del mundo.

En esos tiempos de asombros y de visión inquebrantable en pos de mejores horizontes, fungía como alcalde Abelardo Sobarzo (1941-1943). El Palacio Municipal sería construido hasta 1946, y la presa del Oviáchic, iniciaría sus obras en 1947 para ser concluidas cinco años después, 1952.

Las calles de la ciudad se abrían desnudas al cielo, con singulares lodazales durante la temporada de lluvias. Y por las noches, contemplar el cielo, sus constelaciones, era parte del espectáculo natural y mágico, de un pueblo noble.

En ese entorno físico, humano y social, nació Diario del Yaqui, en una casa que aún existe, por calles Zaragoza y Zacatecas, donde el joven Jesús Corral Ruiz (no cumplía aún los 23 años de edad), luego de los preparativos concernientes, la recepción de noticias, su transformación a letras de molde en componedores manuales, y ajustadas las ramas en la vieja prensa Minerva, puso a funcionar los mecanismos, iniciándose el tiraje del primer número del Diario, fechado un jueves 9 de abril, que ya es parte de la historia de Cajeme y de Sonora.

Desde entonces y en forma ininterrumpida hasta diciembre de 1993, Diario del Yaqui navegó bajo la experiencia de su fundador (en diciembre de 2017 la empresa fue traspasada), siendo testigo del devenir comunitario y estatal, convirtiéndose en el libro del pueblo, porque sus páginas se alimentaban, también, del talento creativo de escritores y poetas, quienes encontraron en su seno de papel, espacio para sus inquietudes, sus sueños, su vocación para sumarse al portento de la incipiente modernidad, aportando lasemilla de eternidad en que se constituye la poesía; el trazado filosófico, social, humano, que define la grandiosidad de la narrativa.

La llama generosa que encendió Jesús Corral Ruiz la primavera de abril de hace 79 años, sigue vigente dentro del quehacer informativo. Pero ahora con otro equipamiento humano, otro capitán y timonel, sin la sangre del legendario periodista, en cuyas paredes del que fuera su edificio por calle Sinaloa entre Zaragoza y Galeana, está impregnada su voz grave y singular, su guía responsable y humanista, su vocación de servicio social, con limpia visión de progreso por la familia sonorense en general, repitiendo su frase señera: “El periodismo es una tarea irrenunciable, no solamente se ejerce, se vive”.

Le saludo, lector.

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