Bernardo Elenes Habas
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Bernardo Elenes Habas

Construir, el gran reto para los candidatos.- Hay una estampida de aspirantes a cargos públicos, pero muy pocos asumen con claridad cuál es su misión histórica.- Cajeme quiere un alcalde o una alcaldesa que hable con la voz de las familias, que cumpla las leyes por encima de caprichos políticos; que sepa exigir lo que al Municipio le corresponde ante los demás niveles de Gobierno, sin amedrentarse, con la valentía que otorga la razón y el Derecho.

Bernardo Elenes Habas

Las campañas a la gubernatura, en Sonora, carecen ahora, del ingrediente de los actos masivos que otrora caracterizaban a estos procesos.

Lo mismo sucederá con el tramo de proselitismo que deberán recorrer los candidatos a presidencias municipales y diputaciones locales, del 24 de abril al 2 de junio, de acuerdo a las reglas del IEE.

Las festivas concentraciones eliminadas como consecuencia de la pandemia, sólo le restan fortaleza a las tareas de forma no de fondo, de los candidatos, porque se trata de actos vistosos, logrados con las alternativas del corporativismo y sus consecuentes desembolsos económicos.

Ahora, la nueva realidad impuesta por la pandemia, permite que los electores aparten esa paja y se concentren en las propuestas de los aspirantes. Aunque no faltan los matices de repentinos ataques entre postulantes, los que, en cierta forma, no aportan gran cosa en la construcción de futuros triunfos, y sí revelan la personalidad agresiva e inestable de quienes utilizan recursos tan desesperados, sobre todo cuando la sociedad seria y reflexiva espera debate de ideas, exposición de proyectos. Compromisos con raíz ciudadana.

La modalidad del ataque a mansalva la impuso, al inicio de su campaña el abanderado de Morena, Alfonso Durazo, quien tuvo que dejar esa táctica, porque se le revirtió en forma inmediata debido a su trazado político sinuoso, aunque en las últimas horas ya no arremete, se defiende. Luego siguió el representante de Movimiento Ciudadano, Ricardo Bours, mostrando una faceta desconocida en su personalidad, tanto que hasta su misma parentela se muestra extrañada de los exabruptos de Ricardo, los que no corresponden a sus pañales de seda, a su educación refinada, al carisma con que se condujo por varios años; comportándose, ahora, como pendenciero de callejón.

Los cajemenses, por supuesto, no se asustan ante señalamientos de políticos, pero quieren ser testigos de un proceso vivo, profundo, vigoroso, girando en el  común denominador de las ideas, la inteligencia, el respeto, porque están hartos de tanta violencia que se respira a flor de calles, y no deben ser aquéllos que aspiran a gobernarlos, los que incurran en adjetivaciones y groserías, porque dejan entrever la forma en que conducirían las administraciones públicas en caso de ser favorecidos por los votos. Y es que la sociedad pensante tiene claro que los Gobiernos no deben ser conducidos con odios, con divisiones, destruyendo lo construido, tal como lo hace ahora la Cuarta Transformación, desde Palacio Nacional.

La ciudadanía misma manifiesta, cuando se le escucha, que tiene la experiencia de procesos anteriores, y por ello guarda un listado de cosas que no le gustaría se repitieran en campañas (y menos en el ejercicio de Gobierno), incluyendo los mítines masivos, con sus acarreos, regalos de gorras, refrescos y tortas, compra de credenciales de elector, entre otras acciones en las que se utilizaba a líderes de colonias.

Quizás entre los temas más sentidos –así lo confirman al reportero, cuando hace sus recorridos tomando el pulso de la comunidad-, se encuentran el oportunismo que caracteriza a la clase política en general, misma que a pesar de los compromisos republicanos concertados en su toma de protesta cuando han logrado el triunfo en las urnas, de cumplir y hacer cumplir las leyes, se olvidan pronto de ese acto de fe, y proceden a violentarlo incumpliendo los términos de mandato (en el caso de las alcaldías, que se refiere a un tramo de tres años), porque al acercarse los tiempos de elecciones, son los primeros en practicar tiros de calentamientos en búsqueda de nuevos cargos públicos, solicitando licencias al llegarse la cosecha de candidaturas, y por ende, no concluyendo con las responsabilidades asumidas.

Quisieran, también las familias –me lo dicen-, que no se reinvente el Municipio cada tres años, de acuerdo a la percepción y caprichos de los gobernantes en turno. Sería importante –aseveran-, que las futuras estructuras de gobierno atendieran puntualmente las prioridades señaladas por las ciudadanía y recogidas en las reuniones con la clase política.

Y, por supuesto, que ante las circunstancias de gobierno que prevalece en el país, cuando se restringen presupuestos para privilegiar obras insignias y se eliminan instituciones, quieren las familias de esta región, que sus gobernantes sean capaces de levantar la voz con la intensidad que la ciudadanía exige, para que se respeten sus derechos y no se menoscaben los recursos que por ley le corresponden. Que sea la atención a la seguridad pública prioridad indiscutible. Que se abran alternativas de inversión capaces de generar empleos, Que los nuevos profesion

Rodrigo Bours, Cajeme

istas que egresan de las universidades no tengan que emigrar al encontrar las puertas de las oportunidades cerradas en su propia casa. Que las mujeres sean respetadas y no condenadas inexorablemente a muerte, por la indiferencia gubernamental y los estragos de una sociedad hipócrita y machista. Que se privilegie la salud, la  educación, la cultura, el arte. Que la niñez y la juventud en lugar de politizarse con fanatismos enfermizos, se poetice y alcance la sensibilidad deseada para discernir y construir sus propios caminos.

¿Quién podrá hacerlo en Cajeme: Anabel, Javier, Abel, Rodrigo, o algunos de los demás aspirantes a conducir esta comunidad que no se rinde, que contra viento y marea trabaja, esquivando las balas de la violencia y los contagios de la pandemia? 

¿Es mucho pedir por parte de la ciudadanía? ¡Sí, pero nada es imposible!

Le saludo, lector.

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