Bernardo Elenes
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La barbarie se pasea por Cajeme.- Nadie es capaz de eliminar esa realidad, misma que demuestra que el crimen organizado se apoderó de la región.- ¿Sabrá la 4T y su fanatismo que divide y fomenta el odio entre mexicanos, que en Ciudad Obregón los niños heridos de muerte ponen los abrazos?

Bernardo Elenes Habas

La violencia que conlleva a la muerte, tiene carta de residencia en Cajeme.

Asesinan a niño de 3 años en Cajeme

Nadie es capaz de eliminar esa realidad, la que demuestra que el crimen organizado se apoderó de los espacios públicos, otrora para el disfrute de las familias. Se posicionó de las calles por donde circula la muerte impredecible. Despedazó la tranquilidad de una comunidad de trabajo que se construyó a sí misma, donde, durante los veranos de hace 60 años se podía dormir en los patios de las casas, bajo el espectáculo asombroso de las estrellas.

Pero la modernidad, le quitó a la cabecera de Cajeme –Ciudad Obregón-, la nobleza de un tejido de comprensión y convivencia, porque los adelantos marcados por los nuevos tiempos, trajeron consigo el consumo de drogas, conductas antisociales, la falta de respeto a la vida, la que puede arrebatarse fácilmente con una o varias balas en forma directa o en los fuegos cruzados entre delincuentes, cuando alguien, equivocadamente, está en el sitio indebido…

Provoca impotencia y horror, lo que está sucediendo en Cajeme a estas alturas del siglo XXI, donde se deja correr el agua fresca y limpia de la vida hacia el drenaje maldito de la muerte, sin que la 4T demuestre sensibilidad social y coraje para defender, como es su obligación, la tranquilidad de los pueblos, y se siga rigiendo por la estúpida filosofía de abrazos, no balazos.

¿Cómo, si los balazos ya están y los ponen los delincuentes, aquellos que también tienen derechos humanos y hay que respetárselos, según el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador; mientras que los abrazos agonizantes por el plomo encendido, por la llamarada líquida de la sangre, los pone la gente que recibe una rociada de balas perdidas o directas, los niños que son expuestos por sus padres en el devenir de la muerte que se mueve vertiginosa por calles y caminos, mostrando su impunidad para arrancar vidas inocentes?

Están documentados varios casos desde el 2010 sobre la forma en que corrió sangre tierna por las calles de la ciudad, de niños que perdieron la vida o fueron heridos, con edades de 10, 4, 3 años y un bebé de tres meses. Estadística fría para la burocracia oficial, pero cuyos hechos son parte imborrable de la memoria azorada de las familias.

A esas fojas ministeriales se suma, ahora, la del pequeñito de apenas 3 años que despertaba a la vida y descubría los colores, las aves, las nubes y sus formas caprichosas, cuyos sueños infantiles le fueron arrancados salvajemente el pasado lunes 11, al filo de mediodía en el área de las calles Cinco de Febrero y 300, a unos metros de las instalaciones de Seguridad Pública.

Pero en Cabildo hay silencio. En el Congreso del Estado no aciertan a unir fuerzas y valores los celosos diputados, para defender no solamente sus siglas, sino lo que a todos pertenece, la tranquilidad, la vida de Cajeme. En las cámaras empresariales, los organismos civiles y sociales, las universidades, las iglesias, los eternos detentadores del poder público desde sus cofradías, los líderes sociales guardan silencio. Solamente hablan cuando tienen algo que criticar de las autoridades.

Guardan silencio cuando deberían estar exigiendo la paz y la palabra. Cuando deberían marcar un alto histórico a la división torpe que se hace entre el pueblo de México, edificando el muro oprobioso que separa a buenos y malos, a liberales y conservadores, con clases estériles de historia que sólo conllevan al odio colectivo.

Hace once años asesinaron al primer niño en Ciudad Obregón, y la impunidad se erigió como bandera. Y desde entonces, los casos se han multiplicado, dejando en el alma herida de la gente buena que existe en el Municipio, que no hay abrazos que detengan esta barbarie, la que tiende a crecer, a fortalecerse, porque los delincuentes tienen, también, derechos humanos y hay que respetárselos… como repite AMLO.

En Cajeme, la muerte tiene permiso para asesinar no solamente adultos, sino masacrar la inocencia de los niños…

Le saludo, lector.

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