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Cajeme honra a Anita López y Alfonso Bours.- El Ayuntamiento presidido por Javier Lamarque, los nominó Ciudadanos Distinguidos 2023.- En el cierre del Festival Tetabiakte, hoy, recibirán el reconocimiento de pueblo y gobierno por sus meritorias trayectorias.- Hace 96 años, la entonces Comisaría de Cajeme dependiente del que fuera Ayuntamiento de Cócorit, alcanzaba categoría de Municipio Libre, bajo el decreto de la Ley Número 16.

Bernardo Elenes Habas

Hoy será una gran noche para Anita López Rodríguez y Alfonso Robinson Bours Almada, al ser galardonados por pueblo y gobierno, como Ciudadanos Distinguidos 2023, en el marco de los festejos del 96 aniversario de la nominación de la que fuera Comisaría de Cajeme, a categoría de Municipio.

Hace un par de días, Anita presidió el ceremonial luctuoso que el Ayuntamiento y su familia realizan cada año para recordar el 70 aniversario de la muerte de su padre, el líder agrarista Maximiliano R. López, El Machi, cuya bandera de luchas sociales y humanistas a favor de familias de campesinos desprotegidos de los Valles del Yaqui y Mayo, ella recogió y ha mantenido con firmeza, alentando el ejido, sindicatos obreros, ligas feministas, aunada a su labor académica y de investigación sociológica en la Universidad Nacional de Chapingo.

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Por esas notorias aportaciones al desarrollo social y democrático de Cajeme, es que la comisión evaluadora de la convocatoria Ciudadano Distinguido, y el cuerpo colegiado de Cabildo, decidieron en forma unánime otorgarle tan meritoria distinción.

El reconocimiento es, por supuesto, también para Alfonso Robinson Bours Almada, miembro de una familia de notables raíces en Sonora y en Cajeme, siendo Alfonso factor de progreso y desarrollo en los diferentes sectores de la comunidad, con la creación e impulso de importantes empresas creadoras de empleos y de crecimiento económico comunitario, aunado a su espíritu filantrópico, heredado de su padre don Alfonso Robinson Bours Monteverde y de su mamá Rosalba Margarita Almada Corbalá.

Hoy por la noche, el alcalde Lamarque Cano, su esposa Patricia Patiño Fierro, integrantes del Cabildo, funcionarios e invitados, entregarán a Anita y Alfonso, la presea de Ciudadanos Distinguidos de Cajeme 2023, por su labor constructiva, social y humana a favor de una comunidad que se encamina hacia el centenario de su calidad municipalista.

Y, precisamente, es bueno recordar, hoy a 96 años de distancia, el asombroso nacimiento y desarrollo de nuestra comunidad:

Hace 96 años, la Ley Número 16 erigió a Cajeme en Municipio, especificando como cabecera “al poblado del mismo nombre”, Cajeme. 

-¿Pa dónde vas, Nacho Viejo?

-Voy pa Cajeme –. Contestó Nacho Habas a mi abuela Fina Armenta, montado en su caballo palomino.

Se disponía a ir de compras a la ciudad en fin de semana, luego de haber concluido sus labores en la Hacienda La Realidad, del norteamericano Jimmy Ryan, enclavada en el Valle del Yaqui, donde se desempeñaba como mayordomo de campo.

Eran los inicios del Municipio -1927, 1928-, cuando recién había sido decretada la Ley Número 16 por el Congreso del Estado, que erigía a Cajeme en Municipio y cuya cabecera –asentamiento humano que comenzaba a perfilarse en el horizonte-, era conocido, sencillamente, como Pueblo de Cajeme.

Hoy 29 de noviembre de 2023, esta comunidad de soles iracundos, cumple 96 años de haber alcanzado el privilegio de haber pasado de Comisaría a Municipio Libre, mediante la Ley Número 16 decretada por el Congreso del Estado de 1927, llevando como cabecera al asentamiento humano que se conocía como “Pueblo de Cajeme”, y que en 1928 sería bautizada como Ciudad Obregón. 

Será hasta dentro de dos administraciones, cuando Cajeme llegue al centenario. Este 2023, Javier Lamarque presidirá los 96 años del Municipio, y si logra la reelección estará al frente de los jubileos 97, 98 y 99, o bien, quien lo releve en la Alcaldía. Los 100 años de Cajeme los presidirá el hombre o mujer que dirija la Administración 2027-2030.

Así nació este pueblo:

Cajeme Estación Bandera 1907

Un viejo camino de herradura, por donde transitaban agricultores y trabajadores del campo, desde Cócorit con rumbo al Valle del Yaqui, en los albores de 1900 y antes, fue el horizonte primario lleno de sol y soledades, de lo que sería, alguna vez, Cajeme.

Quizás, algunos de quienes diariamente utilizaban ese rústico sendero, llegaron a imaginar que las extensas llanuras que inundaban sus ojos de cielo y con el perfil de la sierra al oriente, sería, alguna vez, asentamiento humano.

En los años 1906, 1907, asomaron las vías del tren, provenientes de ramales del norte, creando Estación Corral y Estación Esperanza, porque sobre rieles, en furgones movilizados por los poderosos motores de vapor del ferrocarril, llegaba el progreso, como decían los antiguos pobladores de la sierra.

Mi abuelo materno Nacho, quien había nacido en 1900, llenaba mi imaginación infantil con extensas narraciones, diciéndome que a los siete años de edad, al pasar con sus padres a lomo de caballo o en carreta tirada por mulas, desde Cócorit a trabajar las tierras al Valle, veía a los obreros de la empresa Sud Pacífico extendiendo la “punta de fierro” hacia el sur. Excavando un pozo para abastecer de agua al tren a su paso. Construyendo una casa de madera. Generando un motivo novedoso de distracción en la soledad del monte…

Este 2023, cuando deberá celebrarse con júbilo los 96 años de Cajeme como Municipio, vislumbro que su verdadera raíz, se extiende más de 20 años atrás del momento solemne en que el entonces gobernador de Sonora, Fausto Topete Almada, decretase la Ley Número 16 (29 de noviembre de 1927), que lo transformó de Comisaría en Municipio, cuando aún la comunidad tenía aroma rural y por su cielo límpido cruzaban miles de aves, convirtiéndose en espectáculo natural de sus moradores.

Los viejos fundadores lo recuerdan. En sus apuntes solariegos, historiadores y cronistas como Claudio Dabdoub Sicre, Oscar Sánchez Márquez, Miguel Mexía Alvarado, Rogelio Arenas Castro, Mayo Murrieta, José Escobar Zavala, dejan testimonio de que fue en 1907, cuando debido a los planes de extensión de los ramales del Ferrocarril Sud Pacífico, se propició el nacimiento de Estación Corral y de Esperanza, perfilando diez kilómetros hacia el sur de esta última población, un pozo que abastecería de agua a las máquinas del tren, donde se construyó también una casita de madera que cumplía como oficinas del Jefe de la Estación de Bandera, denominada Cajeme.

Cinco años después, personajes como Federico Seaman, Rodolfo Scott Tobie, y Pablo Kuraica, construyeron los cimientos de la comunidad, al abrir un embarcadero para ganado, comercios mínimos, una hospedería, y un expendio de bebidas y venta de implementos de labranza, en torno a la Estación de Bandera, donde los habitantes de Cócorit, que era entonces cabecera municipal de ese municipio, al cruzar por la brecha de herradura hacia el Valle, se detenían para forjar sus sueños visionarios en los nacientes comercios, como me lo platicaba mi abuelo Nacho, quien ya adulto, fue mayordomo en la Hacienda La Realidad, frente al Campo 3, cuando era propiedad del norteamericano Jimmy Ryan.

Así, con el transcurrir de los años, de 1907 a 1912 y 1917, comenzaron a erigirse pequeñas casas, surgiendo los trazos de las primeras calles frente a la Estación, propiciando que estos parajes antes inhóspitos, por donde años atrás cruzaban, levantando polvaredas con sus caballos, partidas de yaquis rebeldes y soldados federales en franca guerra, se convirtió en Congregación.

El crecimiento del naciente núcleo de población –establece en su libro Historia de El Valle del Yaqui, Claudio Dabdoub–, fue vertiginoso, de tal manera que en 1925 ya contaba con 450 habitantes, y se forjaban nuevos negocios como un molino para arroz, instalado por los agricultores H. F. Brunk, Jimmy y W. A. Ryan, bajo la razón social de “Yaqui Valley Rice Associattion”, que se convertiría posteriormente en Cía. Molinera del Río Yaqui.

Ese mismo año, como resultado del crecimiento inusitado que registraba la Congregación, se le dio nivel de Comisaría, en la que fungió como su autoridad principal Ignacio Ruiz Armenta, quien, de comisario, pasaría a encabezar el Primer Ayuntamiento Constitucional de Cajeme, por decreto de la Ley No, 16. Llevando como regidores a Joaquín R. Ibarra, Ignacio Mondaca H., Carlos H. Mízquez, Eduardo C. Gaxiola, Francisco J. Rodríguez y Alejandro Méndez Limón (padre, éste último, del ex diputado local y ex agente fiscal del Estado y hoy funcionario de

Oomapas, Fructuoso Méndez Valenzuela, El Tocho), quienes rindieron protesta ante el diputado local Alberto J. Moreno, el 1 de enero de 1928, comisionado para tan solemne e histórica ceremonia, por Topete Almada.

Así nació, como semilla de sol en mitad del llano, mi pueblo…

Le saludo, lector.

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