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Ámsterdam — En plena noche y sin previo aviso, los autos comunes y corrientes de las calles de Ámsterdam despertaban convertidos en superautos… pero no con motores potentes ni lujosos acabados. En su lugar, alas, alerones y otros accesorios extravagantes hechos con cartón y cinta adhesiva adornaban sus carrocerías, transformándolos en esculturas rodantes tan efímeras como divertidas.

Este inusual fenómeno fue obra del artista visual Max Siedentopf, quien creó el proyecto “Slapdash Supercars” como una intervención artística no autorizada que combinaba humor, creatividad y crítica social. Con solo materiales básicos, Siedentopf reinventaba autos comunes, otorgándoles una apariencia de superdeportivos, aunque claramente inservibles para correr.

El objetivo de Siedentopf no era solo arrancar sonrisas a los transeúntes o desconcertar a los dueños de los autos al amanecer. Su propuesta iba más allá: criticar la desaparición del tuning y la personalización automotriz, reemplazada por vehículos cada vez más uniformes y fabricados en masa. Frente a ello, el artista celebraba la creatividad espontánea, el hazlo tú mismo y lo efímero por encima de la perfección o la permanencia.

Las fotografías tomadas por el propio Siedentopf documentan estos momentos únicos, capturando los autos con sus alerones improvisados y líneas aerodinámicas imposibles bajo la tenue luz de las farolas urbanas.

“Quería devolverle algo de emoción a la cultura automotriz, aunque fuera solo por una noche”, comentó en su momento el artista.

Aunque fugaz, “Slapdash Supercars” sigue siendo un recordatorio de que el arte puede surgir en cualquier rincón, incluso en un estacionamiento, y que a veces, un poco de cartón y cinta basta para romper con la rutina.

Fotos de Max Siedentopf

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