
Los dos, uno en Cajeme y otro en Hermosillo, presentaron su primer informe de Gobierno, donde se vuelve evidente la entrega para lograr el progreso de sus municipios, demostrando que en política, el silogismo perfecto es el trabajo, mirar de frente a su pueblo y hablar alto y claro.- Sólo que hay un dilema: Sonora únicamente podrá hacer gobernador en 2027, a uno de los dos…
Bernardo Elenes Habas
Tengo muy claro que la gran batalla democrática por la gubernatura de Sonora en el 2027, se dará entre Javier Lamarque de Cajeme, y Antonio Astiazarán, de Hermosillo.
Más allá de estridencias mediáticas, prevalecen los hechos y el trazado de pueblo que han sabido remarcar con su huella existencial y política, dos personajes de altura que merecen, por vocación y calidad humana, construir los puentes que Sonora necesita en estos tiempos.
Y no se trata de puentes políticos e ideológicos, sino humanos y sensibles, más allá de estilos y formas, sino encaminados a dimensionar el fondo histórico con las proporciones futuras que enmarquen la realidad de los tiempos.
En este intermedio electoral de Sonora, se estará definiendo el futuro de la patria chica, la estructura que sus hijos quieren para que su pueblo vaya al encuentro de un futuro que ya desata sus vientos, que sea plural y digno, sin vasallajes y castas divinas, sin dogmas y perniciosos fanatismos.
Asistí al Primer Informe de la administración 2024-2027 del presidente municipal de Cajeme, Javier Lamarque. Escuché y leí la comparecencia del alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán. Me adentré en los simbolismos, en la esencia humana de los protagonistas y sus exposiciones.
En los dos hay obra a favor de su pueblo, al que respetan y se le entregan. En los dos se percibe cómo avizoran el futuro con dignidad y justicia social para Sonora, edificando los pilares de la paz, reconstruyendo el tejido social y dejando atrás las sombras ominosas de la corrupción.
Los dos han sufrido campañas negras, encaminadas a descarrilarlos de sus legítimos anhelos.
En los dos se percibe que tienen como sustento y vocación, servir.
Los dos han demostrado en el cargo más digno que enaltece el devenir de todo político, haber conducido el timón de sus pueblos de nacimiento y crianza, que conocen el alma de Sonora, porque de ese barro provienen y nadie podría equivocarse al alentarlos en su caminar.
A los dos los apoyan sus esposas, Martha Patricia Patiño y Patricia Ruibal, respectivamente, quienes no dudan en ser el alma social y humana de los sonorenses.
Sólo que hay un dilema:
Sonora únicamente podrá hacer gobernador en el 2027 a Javier o Antonio, pero con cualquiera de los dos, el terruño, su pueblo profundo, saldrá ganando.
Le saludo.