Características genómicas y metabólicas del último ancestro común de las más de 1.000 especies actuales de levaduras, revelan una continuidad en algunos rasgos que data de hace 400 millones de años.
El presidente de Ciencias Biológicas de la Universidad Vanderbilt, Estados Unidos, Antonis Rokas y sus colaboradores, comenzaron a secuenciar los genomas de una asombrosa cantidad de 220 especies de levaduras y a examinarlos junto con más de 100 otras ya secuenciadas.
Este esfuerzo masivo de secuenciación, junto con la información de las dietas de levadura incipientes, les permitió no solo volver sobre la evolución de la levadura en ciernes, sino también reconstruir los rasgos metabólicos de su antiguo padre. Este último ancestro compartido por todas las levaduras vivientes vivió hace aproximadamente 400 millones de años y era mucho más metabólicamente diverso que la levadura moderna promedio, capaz de vivir en un tercio más de fuentes de alimentos que sus homólogos modernos típicos.
Parece que, para las levaduras en ciernes, “la pérdida es más”, dice Rokas, cuyo trabajo se publica en Cell. “Una de las principales implicaciones de nuestro trabajo es que esta pérdida de capacidades metabólicas representa un modo importante de evolución de la levadura en ciernes”, dice. “Algunas veces, las habilidades de esparcimiento pueden hacer que te adaptes mejor a tu entorno particular. Sabemos que esto es así para los parásitos obligados, y otros han teorizado que esto puede ser así de manera más general, pero creemos que es la primera vez que podemos ver evidencia de que ‘pérdida es más’ para todo un linaje de organismos eucarióticos de vida libre”.
El equipo de Rokas en Vanderbilt trabajó en este proyecto en colaboración con el equipo del profesor Chris Todd Hittinger en la Universidad de Wisconsin-Madison y con el fallecido Clete Kurtzman, del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. El estudio del equipo, titulado “Tiempo y modo de evolución del genoma en el subfilo de la levadura en ciernes”, fue dirigido por los investigadores postdoctorales de Vanderbilt Xing-Xing Shen y Xiaofan Zhou y los postdoctorales de la Universidad de Wisconsin Dana Opulente y Jacek Kominek, y aparece hoy en la revista ‘Cell’. Jacob Steenwyk, un estudiante graduado en el programa de postgrado en Ciencias Biológicas y también exinvestigadores postdoctorales de Vanderbilt, Jennifer Wisecaver y Mingshuang Wang también contribuyeron.
PÉRDIDA DE UN TERCIO DE SU CAPACIDAD METABÓLICA
Las levaduras en ciernes son comunes en casi todos los entornos del planeta, quizás más conocidas por los logros de un puñado de especies en las industrias de la cerveza, el vino y el pan o, de manera menos atractiva, por enviar a personas a la farmacia para tratar infecciones. Son conocidas por su notable diversidad metabólica, lo que les hace de gran interés para varias industrias biotecnológicas, de alimentos y bebidas.
No obstante, la destreza metabólica de la mayoría de las especies en el linaje permanece “sin explotar”, y Rokas espera que los nuevos genomas cambien esto. “El ancestro común de la levadura era un organismo metabólicamente complejo –afirma Rokas–. La levadura moderna promedio puede crecer en aproximadamente 20 sustratos. Su antecesora, BYCA, podría crecer en 30”.
Y continúa: “Así que eso significa que, en el transcurso de 400 millones de años de evolución, la especie típica de levadura perdió aproximadamente un tercio de la capacidad metabólica sobre lo que podían consumir. Hemos registrado casos de esta pérdida en varias rutas diferentes para diversas fuentes de alimentos distintas, como la pérdida de la capacidad de utilizar nitrógeno como una fuente única”.
Fuente: europapress.es