Javier Lamarque, carta de Morena.-

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Bernardo Elenes Habas

Javier Lamarque, carta de Morena.- En Cajeme, también estarán en el campo de batalla Abel Murrieta, Rodrigo Bours y Anabel Acosta.- No será nada fácil la competencia para ellos, porque el común denominador lo sintetiza la experiencia y el trazado político.

Bernardo Elenes Habas

Javier Lamarque, es el candidato de Morena a la alcaldía de Cajeme. Se configura, sin duda, una batalla de fondo entre aspirantes de recio perfil, por el Municipio.

No será nada fácil para ellos, porque aunque tienen experiencia, discurso y camino hecho, será decisiva la forma de conectar con una ciudadanía despierta y analítica, quien no está dispuesta a experimentar y exigirá resultados desde el inicio de la administración, sin permitir procesos de aprendizaje, porque por sabido se calla que quien pretende gobernar un municipio sabe cómo hacerlo.

Lamarque Cano tiene la innegable ventaja de haber sido ya alcalde en el trienio 1997-2000, cuyo trazado fue positivo. Además, cuenta en su hoja de servicio público cargo de regidor, ciertamente dispuesto y atento al servicio de la ciudadanía. Asimismo, el fogueo que proporciona una diputación federal en su incursión más reciente.

Por su parte Abel Murrieta Gutiérrez, en su trayecto público incluye haber sido secretario del Ayuntamiento, director de Seguridad Pública, diputado local, diputado federal, Procurador de Justicia del Estado.

Rodrigo Bous Castelo, su trazado público lo sintetiza en una regiduría, ejercida durante la actual administración morenista.

Anabel Acosta Islas, suplente en la Cámara de Senadores de Claudia Pavlovich. De ganar las elecciones del 6 de junio podría hacer historia, convirtiéndose en la primera mujer alcaldesa de Cajeme.

Lamarque enfrenta, en estos días, luego del anuncio oficial de su candidatura por parte de Morena, a las tribus de su partido. Es notoria la inconformidad manifestada por personajes que anhelaban dicho nombramiento, lo que podría significarse como las primeras piedras en el camino para Javier. Curiosamente las trabas provienen de su mismo instituto político, pero también de grupos opositores que aprovechan el río revuelto.

El caso de Rodrigo es complicado, porque los 30 mil votos que obtuviera en el 2018 cuando compitió por la alcaldía, podrían verse sustancialmente disminuidos. Es que en los días del tsunami, operaron a su favor Ricardo su hermano y, por supuesto, Abel Murrieta, quienes ahora dirigirán sus apoyos en  direcciones más inmediatas, no pudiendo pedirles a sus bases sociales que dividan sufragios.

Abel es un hombre de leyes y decisiones. Tiene aplomo y discurso. Pisa firme y quizás sea el único que entregará a las familias un proyecto viable para lograr pacificar Cajeme. Alternativa que, en definitiva, es la parte más importante, junto con el empleo, en el sentimiento comunitario.

Dependerá, por supuesto, el triunfo del 6 de junio, de la campaña de profundidad que realicen, pero en mucho, también, de la base social con que cuenten y logren aumentarla.

Los debates que se programen entre los pretendientes a llevar el timón de Cajeme, en el trayecto 2021-2024, serán definitorios. Porque los electores estarán ante un escenario que reflejará la hechura, experiencia, compromisos y disposición de aquellos que aspiran a gobernar una comunidad que vislumbra ya los 94 años de haber alcanzado categoría de Municipio.

Le saludo, lector.

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